domingo, 23 de agosto de 2020

Laja y Saltos del Laja

Estando en Concepción, descubrimos que el sábado por la tarde había un tren “corto” de ida y vuelta hasta Laja. Siendo fanático de los trenes, decidí tomar el servicio. No tenía mucha idea de que encontrar en Laja, pero me pareció interesante ir y conocer un pueblo de la campiña próxima a Concepción.


Al comprar, el mismo sábado, los tickets de ida y vuelta nos dieron unos folletos turísticos. En ellos apreciamos que en el mismo pueblo había una laguna que se usaba de balneario y que a unos kilómetros de distancia se encontraba los “Saltos del Laja”, un atractivo sobre el que había indagado algo. No sabiendo cómo llegar a los Saltos, decidimos pasar el día en la laguna, almorzar allí y disfrutar de un día campestre.


El tren hace el recorrido en paralelo al río Biobio, por una zona rural de pueblos pequeños y estaciones abandonadas, incluso un par de “cementerios” de trenes. Al salir de Concepción el tren 100% lleno en sus asientos y algunos viajeros de pie. Muchos con sus almuerzos para el día de campo. En las primeras estaciones en la ruta (de unas 14 ó 15 en total), subieron más personas, hasta llegar un punto en el que el tren iba sumamente lleno. Igual, como subimos en la primera estación, íbamos sentados con mucha comodidad.


El trayecto es bello, con lindas vistas del río y del valle. En casi cada estación suben vendedores, con todo tipo de productos típicos y artesanales. Debo reconocer que estas actividades, que para otros pueden ser incomodas, en lo personal me resultan interesantes. Compré mani y carne seca (que tiene otro nombre allá), unas latas de gaseosa y fui feliz, comiendo durante el trayecto.


Al llegar a Laja, empezamos a caminar y encontramos una persona que promocionaba el traslado a los Saltos del Laja. El precio nos pareció interesante y decidimos aceptar. Nos subimos a su van y rápidamente se llenó. El servicio era de ida y vuelta. Lo que nos resultó perfecto, a un precio que nos pareció razonable, no barato, pero tampoco caro.


El camino hacia los Saltos del Laja es rural, plantaciones y bosques (en plantación también). Al llegar a los Saltos el conductor nos dio los tips y, por la hora, decidimos almorzar primero. La oferta es amplia, con decenas de restaurantes. Al azar elegimos uno que nos resultó muy bueno, comida sabrosa (siempre un regalo en Chile), algo cara (como todo allá) pero agradable en un lugar apacible, de servicio rápido a pesar de ser enorme y estar lleno.


Luego salimos de la carretera y fuimos hacia los Saltos. Un poco antes de llegar, vimos que había paseos en bote en el mismo río y decidimos tomarlos. Una bonita experiencia, con múltiples pequeñas cascadas. Luego seguimos caminando en un sendero franqueado de múltiples vendedores de artesanías, souvenirs y dulces típicos. Lamentablemente nuestra tarifa aérea era sólo con mochila y no pudimos comprar mayor cosa.


Los saltos en sí, son bonitos, al menos en la época que fuimos, de estiaje con poca agua. Por lo que conversamos, en la temporada de mayor caudal es mucho más bonito. Pero, de hecho, la visita vale la pena. La experiencia del viaje en tren, los paisajes en la ruta, el restaurante campestre, el paseo en bote y las bonitas vistas lo ameritan. De Laja no vimos nada, pues el transfer nos dejó en la estación pocos minutos antes que parta el tren de retorno a Concepción.

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