Estando en Concepción, descubrimos que el sábado por la tarde había un tren “corto” de ida y vuelta hasta Laja. Siendo fanático de los trenes, decidí tomar el servicio. No tenía mucha idea de que encontrar en Laja, pero me pareció interesante ir y conocer un pueblo de la campiña próxima a Concepción.
Al comprar, el
mismo sábado, los tickets de ida y vuelta nos dieron unos folletos turísticos.
En ellos apreciamos que en el mismo pueblo había una laguna que se usaba de balneario
y que a unos kilómetros de distancia se encontraba los “Saltos del Laja”, un
atractivo sobre el que había indagado algo. No sabiendo cómo llegar a los
Saltos, decidimos pasar el día en la laguna, almorzar allí y disfrutar de un día
campestre.
El tren hace el recorrido en paralelo al río Biobio,
por una zona rural de pueblos pequeños y estaciones abandonadas, incluso un par
de “cementerios” de trenes. Al salir de Concepción el tren 100% lleno en sus
asientos y algunos viajeros de pie. Muchos con sus almuerzos para el día de
campo. En las primeras estaciones en la ruta (de unas 14 ó 15 en total), subieron
más personas, hasta llegar un punto en el que el tren iba sumamente lleno.
Igual, como subimos en la primera estación, íbamos sentados con mucha
comodidad.
El trayecto es
bello, con lindas vistas del río y del valle. En casi cada estación suben
vendedores, con todo tipo de productos típicos y artesanales. Debo reconocer que
estas actividades, que para otros pueden ser incomodas, en lo personal me
resultan interesantes. Compré mani y carne seca (que tiene otro nombre allá),
unas latas de gaseosa y fui feliz, comiendo durante el trayecto.
Al llegar a Laja,
empezamos a caminar y encontramos una persona que promocionaba el traslado a
los Saltos del Laja. El precio nos pareció interesante y decidimos aceptar. Nos
subimos a su van y rápidamente se llenó. El servicio era de ida y vuelta. Lo
que nos resultó perfecto, a un precio que nos pareció razonable, no barato,
pero tampoco caro.
El camino hacia
los Saltos del Laja es rural, plantaciones y bosques (en plantación también).
Al llegar a los Saltos el conductor nos dio los tips y, por la hora, decidimos
almorzar primero. La oferta es amplia, con decenas de restaurantes. Al azar
elegimos uno que nos resultó muy bueno, comida sabrosa (siempre un regalo en
Chile), algo cara (como todo allá) pero agradable en un lugar apacible, de
servicio rápido a pesar de ser enorme y estar lleno.
Luego salimos de
la carretera y fuimos hacia los Saltos. Un poco antes de llegar, vimos que
había paseos en bote en el mismo río y decidimos tomarlos. Una bonita
experiencia, con múltiples pequeñas cascadas. Luego seguimos caminando en un
sendero franqueado de múltiples vendedores de artesanías, souvenirs y dulces
típicos. Lamentablemente nuestra tarifa aérea era sólo con mochila y no pudimos
comprar mayor cosa.
Los saltos en sí,
son bonitos, al menos en la época que fuimos, de estiaje con poca agua. Por lo
que conversamos, en la temporada de mayor caudal es mucho más bonito. Pero, de
hecho, la visita vale la pena. La experiencia del viaje en tren, los paisajes
en la ruta, el restaurante campestre, el paseo en bote y las bonitas vistas lo
ameritan. De Laja no vimos nada, pues el transfer nos dejó en la estación pocos
minutos antes que parta el tren de retorno a Concepción.
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