La cuarentena y el toque de queda me han privado del placer de viajar. De deambular por Lima o por cualquier ciudad en la que me encuentre. Extraño el placer de estar solo y lejos, caminando por calles nuevas. Sin embargo, siendo domingo, lo que más extraño hoy es el Izamiento de Bandera y desfile dominical.
Desde muy
pequeño, en mi ciudad natal Chiclayo, casi cada domingo iba al izamiento de
bandera y desfile dominical, en el mismo Chiclayo o en Lambayeque. Algunas
veces en ambas ciudades. Desde que llegué a vivir a Cuzco, cada domingo en la
ciudad era obligatorio para mí, despertarme temprano, desayunar, ducharme y
partir al izamiento y desfile. Alguna vez incluso he ido a las 6pm a la baja de
la bandera. Si bien no estoy siempre en Cuzco, cuando coincido en Domingo, el
desfile es ineludible.
Lo que más
me agrada de los desfiles es la primera parte: el izamiento de la bandera
peruana, el juramento de fidelidad a la bandera y cantar el Himno Nacional. Por
muchos años, era el único que llevaba la mano al pecho al cantar el Himno, tal
como me enseñaron de niño. Hace algunos años volvieron a imponer como norma
poner la mano derecha en el corazón al entonar las sagradas notas de nuestro Himno
y ya no soy el único que lo hace. Sigo siendo el único civil que canta a viva
voz el Himno Nacional, pero amo a mi Patria, y agradezco a Dios por ser
peruano.
Luego del
izamiento, lo que más me agrada de los desfiles son las marchas militares. Las
bandas de guerra y de música, del ejército, la policía o los colegios es lo que
más me gusta. El ritmo castrense de sus marchas, la marcialidad que imponen a
quienes siguen el ritmo. Puedo estar varias horas siguiendo el desfile. Hasta
que el sol cuzqueño empieza a atormentarme y debo partir.
En Chiclayo
van muy pocas personas a los desfiles. En Lambayeque, que es una ciudad
pequeña, menos aún. En Cuzco sigue siendo un fenómeno de masas y me encanta.
Prefiero llegar a la hora justa y encontrar un sitio para disfrutar el desfile
de pie.
Alguna vez
se me ocurrió ir en Lima a la Plaza de la Bandera para un izamiento dominical.
Dos o tres policías, con un equipo de sonido izando una inmensa bandera. En el
público solo yo. Absolutamente deprimente el espectáculo.
Si estoy en Lima, suelo ir al cambio de guardia en Palacio de Gobierno. No tiene para mí el encanto de un izamiento y desfile dominical. Pero sí que lo disfruto. Más aún cuando incluye la vuelta completa a la Plaza de Armas de Lima, que no es siempre, pero alguna vez si lo he disfrutado.
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