jueves, 30 de abril de 2020

Cerro San Javier - San Miguel de Tucumán


La estadía en San Miguel de Tucumán pudo ser perfecta. Lamentablemente coincidió con uno de los “paros” organizados por los sindicatos peronistas y ello trastocó nuestros planes. De hecho, la ciudad es preciosa y las personas muy amables. En otro momento comentaré sobre la misma. Recientemente estuve viendo fotos del Cerro San Javier y la fascinante experiencia que tuvimos en este bello paraje, por eso decidí revivir esa agradable mañana.

Capilla Nuestra Señora de Pompeya
Desde que llegamos a Tucumán, los amables dueños del hospedaje donde nos quedamos nos recomendaron visitar el Cerro San Javier, muy próximo a la ciudad, en la zona universitaria. Refrendamos la información en la oficina de información turística. Pudimos ir el primer día en la ciudad, pero elegimos pasear dentro de la misma. El segundo día, en medio del “paro”, se nos ocurrió ir.

Cristo Bendiciente
Desde nuestro alojamiento, caminamos a la Av. Mate de Luna, donde esperamos el bus que supuestamente nos llevaría hacia el destino. En pocos minutos nos dimos cuenta que no pasaría, pues en Argentina, el transporte público paraliza totalmente sus actividades en días de paro. Después de caminar algunas cuadras logramos tomar un taxi (que circulaban muy restringidamente) y fuimos hasta San Javier.

Tras la neblina, San Miguel de Tucumán
La ruta es directa, se sigue todo Mate de Luna y luego el taxi empezó a subir un zigzagueante camino hasta dejarnos en la cercanía de la Capilla Nuestra Señora de Pompeya. El día era gris y con mucha neblina. Nuestros informantes nos habían dicho que desde San Javier las vistas de Tucumán y alrededores eras espectaculares, lo que seguro es cierto, pero el día elegido sólo podíamos ver a un par de metros delante de nuestras narices. Una de las neblinas más tupidas en las que me he encontrado.


El taxista nos dijo, amablemente, que, si queríamos, nos esperaba y nos llevaba de retorno, le dije que no era necesario. Esa decisión simple fue el inicio de una aventura inesperada. No encontramos otro taxi hasta muchas horas después, ya caminando de retorno en la periferia de la ciudad.


Puesto en perspectiva valió la pena. San Javier se encuentra en camino a la ciudad universitaria de Tucumán, pero a pesar de eso, uno se siente en un ambiente rústico y mucho más rural que su cercanía con la ciudad haría pensar. La Capilla es ínfima, sin ningún interés, salvo las hermosas vistas narradas por nuestros informantes, que nosotros no pudimos apreciar.


Retornamos caminando por la pista. Había perros, pequeños y pocos, algunos ciclistas, vacas pastando en los bordes y mucha, demasiada, neblina. En un día normal quizás hubiese sido peligroso por el tráfico, pero ese día casi nadie circulaba. Igual, ya era una experiencia interesante. A mi familia le gusta caminar por el campo y nos sentíamos en un lugar mucho más remoto de donde realmente estábamos.



En pocos minutos llegamos al Cristo Bendicente, de acuerdo con el cartel informativo, uno de los más grandes del mundo. La neblina era tan intensa en ese momento que con dificultad lográbamos divisar más allá de 20 metros en los momentos en los que el viento la disipaba algo. La hermosa vista prometida de Tucumán y su campiña no fue nuestra ese día. Seguimos caminando y llegamos a las Pérgolas de San Javier, donde había un cruce de caminos, lo que nos hizo abrigar la esperanza de encontrar un taxi. Esperamos varios minutos allí, pero nada, ni taxis ni buses. Muy rara vez, un auto particular alejándose de Tucumán.



Como la subida nos tomó unos 30 minutos, decidimos retornar caminando. En mi desconocimiento absoluto de las diferencias entre los tiempos de caminata y en auto, pensé que una hora y treinta minutos estaríamos en zona urbana. Finalmente, caminamos casi 3 horas hasta llegar al área urbana.


La experiencia fue casi perfecta. Si bien sólo se podía ver unos pocos metros por causa de la neblina, fue delicioso caminar así. Toda la bajada del cerro fue tranquila, en perfecta comunión con la naturaleza, sólo afectada por ciclistas subiendo al cerro y dos o tres autos en todo ese tiempo. Cuando el cerro empezó a transformarse en ladera algunos perros nos asustaron, pero nada grave. Yo les tengo terror, aún hoy mi hija recuerda entre risas que la utilicé como parapeto ante uno que se nos acercó demasiado.


En la periferia de la ciudad, grandes casonas, seguro de gente adinerada. En todas ellas inmensos perros que desataron mi terror con sus ladrillos. Debe haber sido la última vez que he rezado con tanta devoción pues simplemente estaba aterrado. Todos ellos dentro de las residencias campestres, pero el miedo a que escaparan y acabaran con mi vida hicieron de ese último tramo una experiencia de terror para mí.

se hizo la luz...
Finalmente, apareció un viejito en un taxi viejo, cuando se detuvo el alma volvió a mí. Le pedí que nos llevará al centro de Tucumán, pero amablemente me indicó que no iba tan lejos. Finalmente nos dejó en un paradero de taxis en el barrio de Yerbabuena y desde allí tomamos otro taxi al centro de la ciudad.

lunes, 27 de abril de 2020

Purmamarca


Desde San Salvador de Jujuy fuimos a Purmamarca, un interesante destino a poco más de una hora de la ciudad. Es muy fácil ir y retornar. Se pueden tomar los buses desde el terminal, aunque hay varios paraderos en la ciudad, en ruta hacia Purmamarca, además de paradas en pequeños (realmente muy pequeños) pueblos en el camino.

Ingreso a Purmamarca desde el terminal de buses
La mayor parte de la ruta es en un interesante camino junto al Río Grande, en casi permanente ascenso, por la carretera nacional 9, que va hasta La Quiaca, en la frontera con Bolivia. Poco antes de Purmamarca, el bus toma otro camino, la carretera 52, que luego de pasar Purmamarca sigue hacia San Pedro de Atacama en Chile.

uno de los hoteles del pueblo
Purmamarca es un pueblo muy pequeño, de algunos cientos de habitantes, pareciera de una película americana de lejano oeste, tanto por su arquitectura como por su entorno. Está completamente orientado al turismo, lo que se percibe desde el arribo al terminal de buses. Sin embargo, esto no deteriora la experiencia natural que uno tiene en el destino.


Paseo de los colorados
Desde el terminal de buses a la plaza principal hay sólo 2 cuadras de distancia. La plaza es muy pequeña, con una pequeña iglesia en uno de los lados y el cabildo en otro. Todo es tan distinto que pareciera que uno se encuentra en un set de filmación y se espera que en cualquier momento aparezca Clint Eastwood y empiece a disparar.



Desde la plaza empezamos el “Paseo de los Colorados” un recorrido de unos 3 kilómetros que circunda la montaña de colores. El camino es una caminata ligera, que no debería significar mayor esfuerzo físico, pero que se complica por el sol agobiante. La temperatura cuando fuimos (inicios de mayo) no era excesivamente alta, pero la sequedad del ambiente y la altura hace que el tramo sea algo duro. Sin embargo, lo más difícil en el camino es superar el pánico que generan las avispas, en ese momento muy abundantes. Por tramos uno debía cruzar entre ellas y siempre se siente un agobio de pensar uno puede ser picado.



Las vistas en el camino son interesantes, en todo momento se cruza uno con turistas de todas partes del mundo. Por lo que pudimos indagar hay un muy fuerte movimiento turístico entre Atacama y Salta, Purmamarca es una parada en el tour. Se veía por ello muchos buses turísticos y autos argentinos y chilenos. En nuestro bus interurbano éramos muy pocos turistas, de hecho, creo que solo mi familia y yo.

Árbol milenario
Por lo que pudimos apreciar hay múltiples hospedajes en el pueblo, de distinto formato y supongo precio. Pero, felizmente, en todos los casos se ha mantenido la armonía con el entorno. Para hacer la breve visita que realizamos no sería necesario pernoctar en Purmamarca, pero entiendo hay otros tours más largos hacía otros atractivos cercanos que si lo ameritarían.




Tras concluir El Paseo de Los Colorados, tomamos unos jugos y cafés en El Morado Café, estuvieron agradables y a buen precio. Fue una parada necesaria luego de la caminata. Un momento de relax. En Purmamarca hay múltiples restaurantes y cafés, también muchos puestos de venta de artesanías y meriendas al paso, la oferta es variada y perfecta para una visita familiar. La experiencia en general es muy agradable. Un destino perfecto para un paseo corto.

domingo, 26 de abril de 2020

San Salvador de Jujuy


Aprovechando un reciente viaje por el norte de Argentina, con base en Salta, hicimos un full day que incluyó Purmamarca y San Salvador de Jujuy. Disfrutamos de una tarde en esta agradable ciudad del norte andino de Argentina. Desde Salta tomamos un bus que nos llevó al terminal terrestre de Jujuy, allí tomamos otro bus (antiguo y muy parecido a los que circulan por Perú) hacia Purmamarca. De regreso estuvimos una tarde completa en San Salvador de Jujuy.

Si bien el tiempo fue corto en esta ciudad, fue suficiente para darle una mirada rápida. El centro histórico de Jujuy, la parte antigua e interesante de la ciudad, es bastante pequeño, los suburbios residenciales son poco interesantes para una visita turística.

Centro de Jujuy desde el puente Lavalle
Al salir hacia Purmamarca y volver divisamos varios barrios residenciales, bastante similares a los peruanos. Finalmente, al retorno, el bus nos dejó en las cercanías del Monumento a Eva Duarte de Perón. Lo había ubicado en el mapa, pero pasar por allí no valió la pena. Es una zona de mercado con un monumento irrelevante. Caminamos rápidamente pues la zona no se veía muy segura, con muchos bares y borrachos en las calles. Nadie se portó mal, pero siempre es mejor evitarlos. Cruzamos el río Xibi por el puente Lavalle y entramos a la zona histórica de la ciudad.

Catedral de Jujuy
Jujuy es una ciudad con pasado colonial, apreciable en algunos de los edificios que aún se pueden apreciar en la misma, sin embargo, a pesar de tener bellos edificios históricos, es apreciable una cierta decadencia, quizás consecuencia del deterioro de tantos años de la economía argentina.

Casa de Gobierno de Jujuy
Caminamos por Lavalle dos cuadras y luego volteamos hacia la derecha por San Martín. Buscábamos donde almorzar, pero todo estaba cerrado. Nos topamos con la Confitería Crillón y aprovechamos para comprar muchos, pero muchos chocolates y dulces, todos ellos sabrosos. Ayudados por el tipo de cambio nos pareció todo bastante barato. Seguimos caminando, nos desviamos por la calle Belgrano hasta la plaza Belgrano, el parque principal de la ciudad, rodeado de bellos edificios.


Como teníamos ya demasiada hambre, nuestra prioridad era encontrar donde comer. Era sábado por la tarde y casi todo se encontraba cerrado (algo imposible de imaginar en Perú). Finalmente encontramos abierto el Plaza Resto Café, junto a la Casa de Gobierno de la Provincia. No fue un almuerzo memorable, pero por lo menos sació nuestra hambre.

Monumento al General Belgrano
Luego aprovechamos el tiempo para recorrer el centro histórico de la ciudad. La Plaza Belgrano y su entorno, que es bello y armónico. No pudimos entrar a la Catedral (pequeña) pues estaba cerrada. La Casa de Gobierno ocupa un lado completo de la Plaza y es realmente muy bonita, rodeada de algunas esculturas que leí en algún cartel fueron hechas por un importante escultor (o escultora) hace ya muchos años.

Antigua Estación de Tren de Jujuy
Seguimos caminando hasta la Plazoleta 23 de Agosto, que es un bello óvalo, rodeado de atractivas edificaciones. Hacia un lado la Antigua Estación de Tren, ahora museo, lamentablemente también cerrado. Caminamos unas cuadras hacía el Paseo de los Artesanos, que es bastante básico. Finalmente volvimos al centro histórico por la calle Coronel Otero.

Podría ser Lima, Arequipa o Trujillo, pero es Jujuy!
Por aquí y por allá hay algunas construcciones interesantes. Como era ya el final de la tarde, había algunos comercios y restaurantes abiertos. En todo momento se sentía el ambiente de provincia alejada. Las personas en las calles sin prisa, un ambiente sin mayor stress. Caminamos algunas calles sin rumbo definido. Visitamos la Basílica San Francisco, una Iglesia seguro republicana, amplia pero no impactante en su interior.



Basílica San Francisco de Jujuy
Tras caminar algunas calles más, tomamos un taxi y fuimos hacia el terminal de buses, donde abordamos el bus que nos llevaría de retorno a Salta. Un terminal amplio, con servicios básicos pero suficientes para una ciudad del tamaño de Jujuy. En el camino pudimos apreciar otros de los barrios modernos de la ciudad, como cualquier otro suburbio en cualquier otra ciudad, sin mayor interés para una visita turística.

sábado, 25 de abril de 2020

Tarapoto


Esta bella ciudad de la amazonia peruana ha sido uno de los destinos que más he visitado por trabajo. Los últimos 15 años debo haber ido a Tarapoto unas 3 veces en promedio por año. Siempre es un destino agradable donde me siento cómodo, a pesar del agobiante calor que se puede llegar a sentir.
Desde la primera vez que fui a Tarapoto, el año 2003, la ciudad ha crecido y cambiado mucho, se ha transformado en un importante destino para el turismo interno, incluso con cada vez más llegadas de extranjeros. Se han multiplicado los hoteles, los restaurantes, los bares, los tour operadores y se ha consolidado una interesante oferta de actividades turísticas tanto en la misma ciudad como en sus alrededores.

En la ciudad, los dos atractivos principales son la fábrica de chocolates La Orquídea y fábrica de puros. En los alrededores, los 3 principales atractivos próximos son La Laguna Azul (o Sauce), las cataratas de Ahuashiyacu y el Castillo de Lamas. Hay otros atractivos que se pueden visitar si se tienen más días disponibles. Pero una estadía de fin de semana o 3 días, lo ideal es hacer estas cinco visitas, a la que se puede añadir la visita al Moyobamba, Rioja y el Valle del Alto Mayo, una zona de hermosos paisajes.

Laguna Azul
En lo personal, destinos cercanos a Tarapoto que me también me resultan interesantes son Chazuta, Saposoa, Yurimaguas, Juanjui y Saposoa. Todos ellos se pueden disfrutar en un full day; si debo escoger uno, me quedo con Yurimaguas, a orillas del caudaloso río Huallaga, que en ese sector ya es navegable en embarcaciones de gran calado. Desde allí se puede tomar un barco de pasajeros hasta Iquitos, me han comentado (no lo he hecho) es una aventura fabulosa.

Como comenté, en Tarapoto hay múltiples opciones para comer rico. Los dos restaurantes más tradicionales y emblemáticos en la ciudad son la Patarashca y la Collpa, a ambos he ido múltiples veces y siempre he salido muy feliz tras un suculento almuerzo. Sobre la Patarashca, comparto mi último comentario en Tripadvisor “Es un restaurante típico en Tarapoto. El servicio amable. Los platos generosos. Pedí un paiche con palmito enrrollado que estuvo muy agradable. Vale la pena volver siempre que se puede”. Sobre la Collpa escribí “Este restaurante tiene las más lindas vistas de un restaurante en la ciudad. La comida muy buena, en ración generosa, precio correcto y buen servicio”.


Otro restaurante, distinto, pero que me resulta encantador es el Café D’Mundo, que ha tenido temporadas con una cocina espectacular y otras no tanto, aunque el ambiente siempre es de primera, mi último post fue “Buscando algo ligero para comer, les sugerí a mis colegas cenar acá. Como siempre, el local muy acogedor y el servicio amable. Los platos sabrosos y bien servidos”. Hay muchos otros restaurantes buenos en la ciudad, como el Zygo café (perfecto para desayunar), sobre el que escribí “De casualidad volví a este local. Y realmente quede muy satisfecho. Atendido por su propietario los productos son super buenos. El sandwichs que pedí sobresaliente, realmente muy sabroso. Los precios económicos, creo que una opción super destacada en la ciudad”. Otros restaurantes destacados son el Chalet Venezia, Haolam, de la Vaca, Primer Puerto, en realidad la oferta es diversa para todos los gustos.

Tarapoto tiene uno de mis bares favoritos en Perú, el Stone Wasi. Las palabras me quedan cortas para describir lo mucho que me agrada este bar “Es uno de mis bares favoritos en el país. Siempre es una excelente opción darse un salto y tomar algo. El ambiente es perfecto y la experiencia super agradable”. Otro descubrimiento reciente, es la Hermandad, un bar rockero de primera línea “Me encantó este bar. La música es perfecta para mí, el ambiente tranquilo, ideal para adultos. Sin estridencias ni ruidos para jóvenes. Una excelente opción en la ciudad”.

Las opciones de hospedaje son, podemos decir, infinitas, desde lujosos hoteles hasta acogedores y económicos albergues backpacker. He probado todo tipo de hoteles en la ciudad, caros, de rango medio y económicos. Entre los caros, sin dudarlo me quedo con el Río Shilcayo, que ahora es un hotel de la Derrama Magisterial, lamentablemente un hotel que ahora escapa a mis posibilidades de pago. Entre los de rango medio, me quedo con el Nilas, que por ubicación y servicios es una excelente opción en un viaje de negocios. Entre las opciones económicas me quedo con Sashahuasca.

Por su excelente conectividad aérea con Lima, Tarapoto es el destino ideal para un fin de semana o viajes cortos de 3 ó 4 días. Siempre hay algo que hacer. Si uno disfruta de la juerga y las discotecas (que no es mi caso), hay múltiples opciones en el distrito de Morales, colindante con la ciudad.

martes, 21 de abril de 2020

Ciudad de México - Parte 1


El DF siempre será para mí un destino especial. El primer viaje que realicé fuera de mi país fue a esta interminable ciudad. Hace casi 15 años, una secretaria me avisó, a último momento, que me habían elegido para viajar a un evento en el DF, donde el Presidente de la institución donde trabajaba haría una exposición. Mi misión en el viaje básicamente era iniciar, con mucho ímpetu, la ronda de aplausos tras su exposición, y bueno, no estaba en condiciones de quejarme por el “encargo”. Viajar fuera del país y con todo pagado, fue un sueño.

Zócalo Ciudad de México
Desde el origen, el viaje fue enrevesado. Tuve que sacar una visa para poder ir (en ese tiempo era necesario). Como dice la canción “vi gente llorar, vi gente reír”, para muchos ir a México era la plataforma para el sueño americano, en la ventanilla decidían su futuro. En la oficina donde trabajaba me prepararon un voluminoso expediente que incluía mi partida de bautizo, recomendación de mi padrino, fotos mías de niño (cuando era lindo) y una certificación del Párroco de mi Parroquia, donde certificaba que era un hombre de bien. Tembloso y con los ojos llorosos recibí el sí, México lo acepta.

Catedral Ciudad de México
Luego de haber sido aceptado, estaba tan feliz que desde el almuerzo empecé a beber. Tanto que hacia las 10pm de ese día estaba absolutamente ebrio. Al día siguiente, cuando debía recoger mi pasaporte con la Visa bendecida por la Virgencita de Guadalupe, me quedé dormido. Llegué tarde al consulado. Pero, felizmente la Virgen sopló y el responsable de entregar las Visas se apiadó de los 4 ó 5 que llegamos tarde y nos la entregó entre las rejas (a los pocos meses, vi en tv, que ese funcionario, cuyo rostro fue el de un ángel para mí, fue apresado por tráfico de visas. Pero ese es otro tema, quizás entregarnos las visas entre las rejas fue una metáfora de su destino).

Órgano Catedral de México
El día del viaje, almorcé en el Astrid y Gastón y llegué al aeropuerto medio día antes del vuelo. La emoción de viajar me tenía al borde del colapso nervioso. Entré a la sala de embarque unas 6 horas antes del vuelo. Unas tres horas antes del mismo el aeropuerto cerró por niebla baja. Las lágrimas surcaron mis mejillas. Mi primer gran viaje, frustrado. Pasé toda la noche despierto, sentado en uno de los incomodos asientos del Jorge Chávez, esperando noticias, al final nos dijeron que la siguiente noche volaríamos. Perder un día, de cinco, era terrible. Pero me consolé. Volví, intentando encontrar la paz, a casa.

Basílica Virgen de Guadalupe
La segunda noche, por un complicado capricho de la tripulación de Aeroméxico, el vuelo tampoco salió. Pero, al ser responsabilidad de la aerolínea, nos ofrecieron alojamiento en el hotel Sheraton de Lima. En medio de la tristeza por no partir, hospedarme (por primera y única vez en mi vida) en un Hotel 5 estrellas fue un grato consuelo. Sí que lo disfruté. Cena y desayuno y habitación a todo lujo, bueno, no era lo ideal, pero compensaba el dolor de no partir.

Al final, al tercer día, partimos. Durante los días perdidos en Lima había congeniado con algunos mexicanos del Tecnológico de Monterrey y ellos me habían dado los tips básicos sobre la ciudad. Tras unas seis horas de vuelo el avión empezó a recorrer desde el aire la Ciudad de México, lo que se me hizo interminable. Me sudaban las manos, finalmente descendimos, superé (por primera vez en mi vida) migraciones, tomé un taxi y fui al hotel.

Centro de México
Mi primer hotel en otro país. Debo reconocer que, en un tiempo en el que la internet era limitada, y no existían páginas de reservaciones, escogí bien. El hotel Catedral, en la calle Donceles, a espaldas de la catedral metropolitana, a unos pasos del zócalo. Mejor ubicación, para mis gustos y preferencias, imposible. Cómo había perdido 2 noches de alojamiento cambié mi habitación básica por la más amplia suite. Tras un rápido registro y empezando la noche, tomé un taxi y fui hacia Condesa.

Mis “amigos” mexicanos me habían recomendado (para beber) Condesa, Polanco y Coyoacan. La primera noche (de jueves) decidí ir a Condesa. Tomé un taxi y sin saber dónde bajar, pedí ir a Condesa. En aquellos años no tenía ni google maps, ni mapa impreso siquiera. Cuando el taxista me pidió la dirección exacta le pedí “en la zona de bares”. Debo reconocer que me dejó en una buena zona. Había bares y restaurantes por doquier. Como aún era temprano empecé a caminar.

Torre Latinoamericana
Por un momento pensé había sido trasladado a un país nórdico. Todas las personas que veía en las calles eran “galanes televisa” el México al que había llegado desapareció. Pensé estaba en NY o Londres. Luego he ido a NY y otras ciudades americanas y es más fácil cruzarse en ellas con un latino que en Condesa. Entre a un bar, no recuerdo cual, tomé una cerveza. Fui a un Irish Pub (quizás el Celtics) pero estaba a rebosar y no había ni un minúsculo espacio en barra.

Palacio de Chapultepec
Seguí deambulando, comí algo y terminé en la barra de un pequeño bar cervecero. Quizás el Bobo Bar o algo así, ya han pasado muchos años de ello. Recuerdo que tenía como 250 variedades de cerveza. Pregunté si podían darme una factura o algo por el estilo (me dijeron que no había problema) y, motivado por la música, la increíble variedad de cervezas y el beber a cuenta de la empresa, empecé.

El DF Moderno
No recuerdo cuanto bebí esa noche. Sólo recuerdo la última botella, que me costó el equivalente a unos 25 dólares. Una cerveza belga con corcho. No sé cuál. Ni recuerdo su sabor. Pero eran ya más de las 3am. Me había hecho amigo del propietario y de uno de sus amigos. Dijeron me llevarían al hotel. Era el primer peruano en pisar el bar y había comprado cerveza para ellos y para mí.

Museo Soumaya
Me preguntaron si quería comer “tacos al pastor”. Acepté. Me llevaron hacía una zona terrible, como El Agustino en Lima, Debo reconocer que me asusté. Pero ya estaba sobre ruedas. Los tacos impresionantes, deliciosos, perfectos. Compraron algunas decenas y luego fuimos al estadio Azteca, donde el amigo del dueño era contratista de unas refacciones. Se los dejaron a los obreros y luego, el largo camino hasta el hotel. Debo haber llegado ya cerca a las 6am.

domingo, 19 de abril de 2020

Asunción - Paraguay


Asunción ha sido una ciudad de paso para mí. He ido 5 veces durante el último año y medio, lo que me ha permitido conocerla con cierta profundidad. Tiene zonas interesantes y agradables, pero en sí no es un destino turístico imperdible de visitar. Lo mejor, ir entre junio y setiembre, cuando la temperatura es agradable y en ningún caso ir en verano (entre diciembre y abril) cuando la ciudad es literalmente un horno de calor insoportable.

Vista desde el Hotel Asunción Palace
Asunción no es una ciudad cara ni demasiado extensa. La zona interesante para visitar incluso hasta podría decirse que es pequeña. El transporte en bus es cómodo y suficiente y los taxis son accesibles y a un precio que no resulta tan alto como otras ciudades, salvo aquellos que se toman desde y hacia el aeropuerto que son algo caros, pero a nivel razonable teniendo en cuenta la distancia.
La zona que conozco (y que me parece interesante) es el centro de la ciudad (la zona denominada Catedral) y la zona que se encuentra entre las avenidas España y Mariscal López (y su periferia), principalmente los barrios Villa Morra y Recoleta, donde hay hermosas mansiones, centros comerciales, restaurantes y bares.

Calle de Asunción
El centro de la ciudad es decadente, con edificios muy descuidados, plazas hasta sucias, aunque hay lugares interesantes para visitar. Los seis monumentos que me resultaron más atractivos durante mis visitas son El Panteón de los Héroes, La Plaza Uruguaya, el Palacio de López (sólo se puede ver desde fuera, aunque entiendo hay horarios de visita), la Estación Central del Ferrocarril, La Catedral y el Centro Cultural de la República.  Todos ellos se pueden visitar caminando durante una mañana o tarde, pues se encuentra relativamente cerca entre sí.

Catedral de Asunción
Además, un lugar interesante de visitar es la Costanera, que se puede recorrer caminando desde la zona del puerto y permite tener bellas vistas de la Bahía de Asunción, un recodo del río Paraguay, que bordea una parte importante de la ciudad. En mis entradas y salidas de Asunción he podido apreciar sus barrios circundantes, que son bastante pobres y con un tráfico terrible, que resulta hasta apabullante en una ciudad que no es excesivamente grande.

Estación Central del Ferrocarril
Durante mis visitas a la ciudad me he hospedado en varios hoteles. El mejor de todos es el Asunción Palace, en el centro de la ciudad. Un edificio monumental hermoso, bien restaurado, con gran servicio y muy acogedor. Me encantó. Las siguientes visitas me he hospedado en otros tres hospedajes cercanos al terminal de buses y más cerca del aeropuerto. Los tres me resultaron agradables, aunque ninguno de ellos al nivel del Asunción Palace. Entre los tres, el que más me gusto por su estilo y arquitectura antigua es el Hotel Bavaria. Los otros dos, el Paseo del Arte y Los Leones de Castilla también fueron satisfactorios. Este último ha sido el más económico y realmente es suficiente para hospedarse por corto tiempo.

Costanera de Asunción
He comido en varios restaurantes y he bebido en algunos bares de la ciudad. Con larga distancia, el mejor lugar donde he almorzado en Asunción es el Bolsi, ubicado en el centro histórico, en la esquina de Estrella con Alberti, copio el texto que escribí en caliente en el Tripadvisor “De casualidad caí en este restaurante en el centro de Asunción. Fue una muy grata experiencia. Sopa de cebolla muy rica y un lomo strogonoff increible. Vale absolutamente la pena la visita. Realmente sabroso a un excelente precio”.

Palacio de López
Otro lugar donde la he pasado muy, pero muy bien, es el bar Rock 66 Motorcycle Bar en la esquina de Cruz del Defensor con Alberto Souza, en la zona de Recoleta, que junto con Villa Morra es el sector bohemio de la ciudad, donde se concentran muchos restaurantes interesantes y seductores bares. También “en caliente” escribí esta reseña en el Tripadvisor “Hay poco más que decir de este bar. Solo que es perfecto. La ambientación ideal, la mejor música, bebidas variadas. Simplemente perfecto”. Creo que me quede corto. Sin dudarlo uno de los mejores bares que he visitado en mis ya largos años de vida.

Hotel Asunción Palace
Sin dudarlo, si uno disfruta de la vida bohemia, Villa Morra y Recoleta son los barrios donde uno se debe hospedar. Hay tiendas y centros comerciales con aire acondicionado, donde se puede estar tranquilo en las horas de calor. La oferta en la zona es múltiple, además se está relativamente cerca del aeropuerto y del terminal de buses. Esta zona de la ciudad es bastante tranquila y he caminado algo ebrio por ella sin mayores inconvenientes. Desde allí es muy fácil ir al centro en bus o en taxi si se prefiere. En hora punta el tráfico es terrible, especialmente en la Av. España, que se transforma en una procesión, más rápido se camina, pero las demás horas el tráfico suele ser fluido.

Bogotá – Ciudad de Museos

Aprovechando las pocas horas disponibles que estuve en Bogotá, pude visitar cuatro museos. Visitas rápidas, de lego, el tiempo era corto y l...