El DF siempre será para mí un destino especial. El primer
viaje que realicé fuera de mi país fue a esta interminable ciudad. Hace casi 15
años, una secretaria me avisó, a último momento, que me habían elegido para
viajar a un evento en el DF, donde el Presidente de la institución donde
trabajaba haría una exposición. Mi misión en el viaje básicamente era iniciar,
con mucho ímpetu, la ronda de aplausos tras su exposición, y bueno, no estaba
en condiciones de quejarme por el “encargo”. Viajar fuera del país y con todo
pagado, fue un sueño.
Zócalo Ciudad de México |
Catedral Ciudad de México |
Luego de haber sido aceptado, estaba tan feliz que desde el
almuerzo empecé a beber. Tanto que hacia las 10pm de ese día estaba
absolutamente ebrio. Al día siguiente, cuando debía recoger mi pasaporte con la
Visa bendecida por la Virgencita de Guadalupe, me quedé dormido. Llegué tarde
al consulado. Pero, felizmente la Virgen sopló y el responsable de entregar las
Visas se apiadó de los 4 ó 5 que llegamos tarde y nos la entregó entre las
rejas (a los pocos meses, vi en tv, que ese funcionario, cuyo rostro fue el de
un ángel para mí, fue apresado por tráfico de visas. Pero ese es otro tema,
quizás entregarnos las visas entre las rejas fue una metáfora de su destino).
Órgano Catedral de México |
El día del viaje, almorcé en el Astrid y Gastón y llegué al
aeropuerto medio día antes del vuelo. La emoción de viajar me tenía al borde
del colapso nervioso. Entré a la sala de embarque unas 6 horas antes del vuelo.
Unas tres horas antes del mismo el aeropuerto cerró por niebla baja. Las
lágrimas surcaron mis mejillas. Mi primer gran viaje, frustrado. Pasé toda la
noche despierto, sentado en uno de los incomodos asientos del Jorge Chávez, esperando
noticias, al final nos dijeron que la siguiente noche volaríamos. Perder un
día, de cinco, era terrible. Pero me consolé. Volví, intentando encontrar la
paz, a casa.
Basílica Virgen de Guadalupe |
La segunda noche, por un complicado capricho de la
tripulación de Aeroméxico, el vuelo tampoco salió. Pero, al ser responsabilidad
de la aerolínea, nos ofrecieron alojamiento en el hotel Sheraton de Lima. En medio
de la tristeza por no partir, hospedarme (por primera y única vez en mi vida) en
un Hotel 5 estrellas fue un grato consuelo. Sí que lo disfruté. Cena y desayuno
y habitación a todo lujo, bueno, no era lo ideal, pero compensaba el dolor de
no partir.
Al final, al tercer día, partimos. Durante los días perdidos
en Lima había congeniado con algunos mexicanos del Tecnológico de Monterrey y
ellos me habían dado los tips básicos sobre la ciudad. Tras unas seis horas de
vuelo el avión empezó a recorrer desde el aire la Ciudad de México, lo que se
me hizo interminable. Me sudaban las manos, finalmente descendimos, superé (por
primera vez en mi vida) migraciones, tomé un taxi y fui al hotel.
Centro de México |
Mi primer hotel en otro país. Debo reconocer que, en un
tiempo en el que la internet era limitada, y no existían páginas de
reservaciones, escogí bien. El hotel Catedral, en la calle Donceles, a espaldas
de la catedral metropolitana, a unos pasos del zócalo. Mejor ubicación, para
mis gustos y preferencias, imposible. Cómo había perdido 2 noches de
alojamiento cambié mi habitación básica por la más amplia suite. Tras un rápido
registro y empezando la noche, tomé un taxi y fui hacia Condesa.
Mis “amigos” mexicanos me habían recomendado (para beber)
Condesa, Polanco y Coyoacan. La primera noche (de jueves) decidí ir a Condesa. Tomé
un taxi y sin saber dónde bajar, pedí ir a Condesa. En aquellos años no tenía
ni google maps, ni mapa impreso siquiera. Cuando el taxista me pidió la
dirección exacta le pedí “en la zona de bares”. Debo reconocer que me dejó en
una buena zona. Había bares y restaurantes por doquier. Como aún era temprano
empecé a caminar.
Torre Latinoamericana |
Por un momento pensé había sido trasladado a un país nórdico.
Todas las personas que veía en las calles eran “galanes televisa” el México al
que había llegado desapareció. Pensé estaba en NY o Londres. Luego he ido a NY
y otras ciudades americanas y es más fácil cruzarse en ellas con un latino que
en Condesa. Entre a un bar, no recuerdo cual, tomé una cerveza. Fui a un Irish
Pub (quizás el Celtics) pero estaba a rebosar y no había ni un minúsculo espacio
en barra.
Palacio de Chapultepec |
Seguí deambulando, comí algo y terminé en la barra de un
pequeño bar cervecero. Quizás el Bobo Bar o algo así, ya han pasado muchos años
de ello. Recuerdo que tenía como 250 variedades de cerveza. Pregunté si podían
darme una factura o algo por el estilo (me dijeron que no había problema) y,
motivado por la música, la increíble variedad de cervezas y el beber a cuenta
de la empresa, empecé.
El DF Moderno |
No recuerdo cuanto bebí esa noche. Sólo recuerdo la última
botella, que me costó el equivalente a unos 25 dólares. Una cerveza belga con
corcho. No sé cuál. Ni recuerdo su sabor. Pero eran ya más de las 3am. Me había
hecho amigo del propietario y de uno de sus amigos. Dijeron me llevarían al
hotel. Era el primer peruano en pisar el bar y había comprado cerveza para
ellos y para mí.
Museo Soumaya |
Me preguntaron si quería comer “tacos al pastor”. Acepté. Me
llevaron hacía una zona terrible, como El Agustino en Lima, Debo reconocer que
me asusté. Pero ya estaba sobre ruedas. Los tacos impresionantes, deliciosos,
perfectos. Compraron algunas decenas y luego fuimos al estadio Azteca, donde el
amigo del dueño era contratista de unas refacciones. Se los dejaron a los
obreros y luego, el largo camino hasta el hotel. Debo haber llegado ya cerca a
las 6am.
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