martes, 21 de abril de 2020

Ciudad de México - Parte 1


El DF siempre será para mí un destino especial. El primer viaje que realicé fuera de mi país fue a esta interminable ciudad. Hace casi 15 años, una secretaria me avisó, a último momento, que me habían elegido para viajar a un evento en el DF, donde el Presidente de la institución donde trabajaba haría una exposición. Mi misión en el viaje básicamente era iniciar, con mucho ímpetu, la ronda de aplausos tras su exposición, y bueno, no estaba en condiciones de quejarme por el “encargo”. Viajar fuera del país y con todo pagado, fue un sueño.

Zócalo Ciudad de México
Desde el origen, el viaje fue enrevesado. Tuve que sacar una visa para poder ir (en ese tiempo era necesario). Como dice la canción “vi gente llorar, vi gente reír”, para muchos ir a México era la plataforma para el sueño americano, en la ventanilla decidían su futuro. En la oficina donde trabajaba me prepararon un voluminoso expediente que incluía mi partida de bautizo, recomendación de mi padrino, fotos mías de niño (cuando era lindo) y una certificación del Párroco de mi Parroquia, donde certificaba que era un hombre de bien. Tembloso y con los ojos llorosos recibí el sí, México lo acepta.

Catedral Ciudad de México
Luego de haber sido aceptado, estaba tan feliz que desde el almuerzo empecé a beber. Tanto que hacia las 10pm de ese día estaba absolutamente ebrio. Al día siguiente, cuando debía recoger mi pasaporte con la Visa bendecida por la Virgencita de Guadalupe, me quedé dormido. Llegué tarde al consulado. Pero, felizmente la Virgen sopló y el responsable de entregar las Visas se apiadó de los 4 ó 5 que llegamos tarde y nos la entregó entre las rejas (a los pocos meses, vi en tv, que ese funcionario, cuyo rostro fue el de un ángel para mí, fue apresado por tráfico de visas. Pero ese es otro tema, quizás entregarnos las visas entre las rejas fue una metáfora de su destino).

Órgano Catedral de México
El día del viaje, almorcé en el Astrid y Gastón y llegué al aeropuerto medio día antes del vuelo. La emoción de viajar me tenía al borde del colapso nervioso. Entré a la sala de embarque unas 6 horas antes del vuelo. Unas tres horas antes del mismo el aeropuerto cerró por niebla baja. Las lágrimas surcaron mis mejillas. Mi primer gran viaje, frustrado. Pasé toda la noche despierto, sentado en uno de los incomodos asientos del Jorge Chávez, esperando noticias, al final nos dijeron que la siguiente noche volaríamos. Perder un día, de cinco, era terrible. Pero me consolé. Volví, intentando encontrar la paz, a casa.

Basílica Virgen de Guadalupe
La segunda noche, por un complicado capricho de la tripulación de Aeroméxico, el vuelo tampoco salió. Pero, al ser responsabilidad de la aerolínea, nos ofrecieron alojamiento en el hotel Sheraton de Lima. En medio de la tristeza por no partir, hospedarme (por primera y única vez en mi vida) en un Hotel 5 estrellas fue un grato consuelo. Sí que lo disfruté. Cena y desayuno y habitación a todo lujo, bueno, no era lo ideal, pero compensaba el dolor de no partir.

Al final, al tercer día, partimos. Durante los días perdidos en Lima había congeniado con algunos mexicanos del Tecnológico de Monterrey y ellos me habían dado los tips básicos sobre la ciudad. Tras unas seis horas de vuelo el avión empezó a recorrer desde el aire la Ciudad de México, lo que se me hizo interminable. Me sudaban las manos, finalmente descendimos, superé (por primera vez en mi vida) migraciones, tomé un taxi y fui al hotel.

Centro de México
Mi primer hotel en otro país. Debo reconocer que, en un tiempo en el que la internet era limitada, y no existían páginas de reservaciones, escogí bien. El hotel Catedral, en la calle Donceles, a espaldas de la catedral metropolitana, a unos pasos del zócalo. Mejor ubicación, para mis gustos y preferencias, imposible. Cómo había perdido 2 noches de alojamiento cambié mi habitación básica por la más amplia suite. Tras un rápido registro y empezando la noche, tomé un taxi y fui hacia Condesa.

Mis “amigos” mexicanos me habían recomendado (para beber) Condesa, Polanco y Coyoacan. La primera noche (de jueves) decidí ir a Condesa. Tomé un taxi y sin saber dónde bajar, pedí ir a Condesa. En aquellos años no tenía ni google maps, ni mapa impreso siquiera. Cuando el taxista me pidió la dirección exacta le pedí “en la zona de bares”. Debo reconocer que me dejó en una buena zona. Había bares y restaurantes por doquier. Como aún era temprano empecé a caminar.

Torre Latinoamericana
Por un momento pensé había sido trasladado a un país nórdico. Todas las personas que veía en las calles eran “galanes televisa” el México al que había llegado desapareció. Pensé estaba en NY o Londres. Luego he ido a NY y otras ciudades americanas y es más fácil cruzarse en ellas con un latino que en Condesa. Entre a un bar, no recuerdo cual, tomé una cerveza. Fui a un Irish Pub (quizás el Celtics) pero estaba a rebosar y no había ni un minúsculo espacio en barra.

Palacio de Chapultepec
Seguí deambulando, comí algo y terminé en la barra de un pequeño bar cervecero. Quizás el Bobo Bar o algo así, ya han pasado muchos años de ello. Recuerdo que tenía como 250 variedades de cerveza. Pregunté si podían darme una factura o algo por el estilo (me dijeron que no había problema) y, motivado por la música, la increíble variedad de cervezas y el beber a cuenta de la empresa, empecé.

El DF Moderno
No recuerdo cuanto bebí esa noche. Sólo recuerdo la última botella, que me costó el equivalente a unos 25 dólares. Una cerveza belga con corcho. No sé cuál. Ni recuerdo su sabor. Pero eran ya más de las 3am. Me había hecho amigo del propietario y de uno de sus amigos. Dijeron me llevarían al hotel. Era el primer peruano en pisar el bar y había comprado cerveza para ellos y para mí.

Museo Soumaya
Me preguntaron si quería comer “tacos al pastor”. Acepté. Me llevaron hacía una zona terrible, como El Agustino en Lima, Debo reconocer que me asusté. Pero ya estaba sobre ruedas. Los tacos impresionantes, deliciosos, perfectos. Compraron algunas decenas y luego fuimos al estadio Azteca, donde el amigo del dueño era contratista de unas refacciones. Se los dejaron a los obreros y luego, el largo camino hasta el hotel. Debo haber llegado ya cerca a las 6am.

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