domingo, 25 de octubre de 2020

Chimbote

Chimbote es una ciudad que visité por primera vez el año 1995. Aquella vez me llevé una imagen muy poco grata de la misma. Debo reconocer que evité volver a ir pues la percepción que tuve de ella, sumada a los diferentes comentarios que escuchaba, me hacían preferir otros destinos.

Desde entonces he vuelto ya varias veces obligado por el trabajo y me ha ido bien, le he encontrado su encanto. La última vez, la semana que acaba de concluir. No será nunca un destino turístico, pero sí que ha mejorado (y mucho) en el ornato y en la oferta hotelera y gastronómica para una estadía agradable. Como siempre he ido por trabajo, me ha dado poco tiempo para visitar su principal atractivo, el Vivero Forestal, que es enorme y se puede apreciar desde la carretera panamericana, en la salida hacia el norte. Tarea pendiente.

Chimbote es una ciudad partida en dos, hacia el norte la tradicional, el Chimbote clásico, hacia el sur el distrito de Nuevo Chimbote, una zona residencial con barrios que no tienen nada que envidiar a los mejores de cualquier ciudad norteña. Me he hospedado en ambas zonas y de hecho he comido en diferentes restaurantes en ambos sectores, pero por la facilidad para ir a las reuniones de trabajo, prefiero el Chimbote tradicional.



Una visita que creo es obligatoria es el Malecón Grau, muy seguro por las mañanas y buenas vistas de la flota pesquera anclada en la bahía. Está bien cuidado y se puede caminar por varias cuadras sin problemas, sobre todo las que se encuentran desde la altura de la Plaza de Armas hasta la Plaza Almirante Grau, donde se encuentra el hotel Chimú.

Una visita que considero obligada es la Iglesia de Nuevo Chimbote, si bien es moderna, es realmente hermosa, con bellas esculturas de madera y vitrales de los artesanos de Don Bosco, creo que sin dudarlo una de las mejores iglesias modernas del país. Ambas plazas, la de Chimbote y la de Nuevo Chimbote son agradables, así que también hay que destinarles unos minutos para disfrutarlas.

Si bien hay múltiples opciones para hospedarse, las dos mejores (para mi gusto) son el hotel Brilia, que es un hotel moderno y confortable, en el límite norte de la ciudad y La Vieja Casona, que si bien se encuentra en un barrio algo “complicado” es una linda casa republicana con amplias y confortables habitaciones con mobiliario de época.

Para comer hay múltiples opciones. Si uno está por Chimbote, creo comer pescado es lo natural, no encuentro un local que destaque nítidamente, pero el Mar y Luna es cumplidor, además tiene un grato ambiente rockero. Pero quizás la sorpresa más grata sea la parrilla El Gaucho, simplemente notable a un excelente precio (comparado con Lima). El Capucchino siempre es una buena opción para tomar un buen café y algún sándwich a precios económicos.

domingo, 18 de octubre de 2020

Huancané

Huancané es una coqueta ciudad en el altiplano peruano. Si bien difícilmente se convertirá alguna vez en destino turístico, no por ello resulta menos interesante. De hecho, desde Juliaca está muy cerca y si se tiene un par de horas libres antes de tomar el vuelo de retorno, creo que vale la pena la visita.

Es simple llegar, desde Juliaca hay vanes (a S/. 5) que hacen el recorrido en unos 50 minutos. Salen con mucha frecuencia pues el movimiento de personas es fluido. La parte atractiva de la ciudad (como todas las ciudades peruanas) es la más antigua, pareciera que con la modernidad llegó el mal gusto en las edificaciones.


Lo más interesante en el pueblo son su iglesia, que es muy linda, pequeña, pero con excelentes acabados en su interior y una apariencia externa muy interesante y su Plaza de Armas, que es bonita, elegante y con mucho, pero mucho verde, lo que la diferencia de tantas otras donde priorizan el concreto. Al centro de la misma una torre de reloj, que es armoniosa con el entorno.

Hay una calle peatonal, en cuyo recorrido encontré bellas casonas, algunas de ellas de muy interesante arquitectura externa. No encontré un restaurante que pudiera decirse de primera línea, aunque si (en la calle peatonal) un comedor vegetariano donde pude disfrutar de un buen café y un pan con huevo frito.

Cómo tuve tiempo disponible durante la visita, aproveché para tomar un mototaxi y fui hacia la orilla del lago Titicaca, que se encuentra a unos 10 minutos del centro de la ciudad. Desde la misma no se puede apreciar el lago, pero está realmente muy cerca. Las vistas del lago son realmente hermosas, si bien sólo estuve unos minutos en sus orillas, creo que vale la pena destinarle algo más de tiempo. En la zona que pude apreciar hay un par de pequeñas comunidades en los extremos visibles que seguro merecen una visita.


Durante mi muy breve estadía en Huancané vi varias ceremonias de tributo a la tierra, se encontraban en época de inicio de siembras y la costumbre sincrética de tradiciones ancestrales con catolicismo es muy intensa en la ciudad. Personas con sus trajes autóctonos y disfrutando de la comida y la bebida, todo ello en compañía de algún santo patrón o una virgen.



Creo que hay que hacer el esfuerzo de subir alguna de las escaleras que llevan hacia la parte más alta de la ciudad, vi dos a pocos pasos de la Plaza de Armas, subí por una, las vistas son bonitas. Aunque para ser sincero, si uno no está acostumbrado a la altura, puede ser algo complicado.

Creo que, sin dudarlo, el principal atractivo de la ciudad es definitivamente su iglesia que, en conjunto con su plaza, llena de pobladores retozando al sol, dan un ambiente bucólico y sencillo al pueblo.

domingo, 11 de octubre de 2020

Ica - Perú

Después de muchos meses retomé los viajes de trabajo. Mi primer destino fue Ica. Estando en la ciudad me di cuenta que el año pasado, en octubre, estuve allí, no recuerdo el motivo de la visita, supongo por trabajo, pero me resulta intrigante no recordar porque fui. Son los años que pasan y dejan sus secuelas.

Con los protocolos sanitarios resulta hasta desagradable viajar, pero ni modo, es la situación actual y seguro la tendremos por algunos meses más. El bus, tanto de ida como de vuelta, semivacío, lo que fue sorprendente. El hotel igual con muy pocas personas hospedadas.

Aproveché la primera mañana de mi estadía para visitar la Huacachina, el principal atractivo en la zona más próxima a la ciudad. Un bello destino al amanecer. Hace algunos años que no iba y me sorprendió lo vacío que se encontraba. Si bien era temprano, no había ningún turista en ella. Algunos iqueños y venezolanos caminantes, de los que encontré muchos en la ruta, y todo cerrado.

Aproveché otro momento libre para visitar el Santuario de Luren, ya reconstruido, es pequeño (respecto a otras iglesias del país), pero bonito. También se encontraba cerrado, pero ya estaba engalanado con los colores del Señor de los Milagros. Aproveché la visita para, en la calle Ayabaca, en bajada hacia el mall Plaza del Sol, comprar unas tejas de Doña Chofi, una de las productoras tradicionales de tejas de la ciudad. Atendiendo a puerta cerrada, fueron muy amables conmigo y salí disfrutando de tu gran sabor.


Si bien el tráfico era similar a cualquier otro día que recuerde en la ciudad, la diferencia principal era el uso de la mascarilla. Otra diferencia es que muchos de los restaurantes se encontraban cerrados, atendiendo a capacidad limitada o sólo para llevar o delivery. Almorcé dos veces en el Cordón y la Rosa, uno de los restaurantes más recomendados de la ciudad, una decepción total ambas. La primera vez por recordarlo mejor, la segunda por que no encontré otra opción. Si me llevé una muy grata sorpresa a la cena, pues lo hice en el restaurante Peñonetti, con un muy grato ambiente, servicio amable y un sabor de las pizzas notable, a un excelente precio.


Esta vez me hospedé en el Hotel La Flores, también una buena elección, servicio amable, excelente ubicación, habitación cómoda y confortable. Valió la pena.

Lo triste para mí fue conocer la otra parte de Ica, la zona de absoluta pobreza. Donde viven los beneficiarios del “pleno empleo iqueño”, aquellos que muy temprano salen hacia las grandes empresas agroindustriales de Villacurí y retornan al final del día. Una zona de pobreza lacerante que claramente muestra que algo malo hay en el modelo. Seguro sin ese empleo su situación económica y social sería aún peor, pero bueno, por el momento sigue siendo mala.

Espero pronto el turismo se reactive, es una oportunidad para todos. Aquellos que directamente se benefician con el mismo y en general toda la sociedad. Ver tanto restaurante cerrado o a media máquina, hoteles vacíos o cerrados, es triste y seguro un gran golpe para la economía y el empleo.

domingo, 4 de octubre de 2020

Tallahassee

La ciudad de Tallahassee, capital del estado de Florida, es una ciudad de tamaño intermedio. Por ser la capital del estado y sede de dos grandes universidades, tiene un importante sector de funcionarios públicos y académicos, ambos segmentos bien remunerados, por lo que hay grandes zonas residenciales que circundan el centro, que es bastante pequeño en comparación con otras ciudades.


Debo reconocer que, junto con Orlando, la ciudad de Tallahassee es una de las que menos interesantes que me ha resultado. A Orlando uno va por los parques, a Tallahassee voy por motivos familiares, una tía muy querida vive allí. Y he ido tres veces a visitarla. No podría decir que es una fea ciudad, simplemente no me resulta interesante.

Lo que más conozco de Tallahassee es el inmenso centro comercial Governor’s Square; donde terminamos yendo siempre, aunque cada vez me resulta más decadente y menos atractivo. Por allí, si voy con mi madre es ineludible ir a alguno de muchos Ross Less for Dress que hay en la ciudad, que siempre me resultan atractivos de visitar pues se encuentra ropa muy, pero muy, barata y de excelente diseño. Lo que para los gringos ya pasó de moda, para mi es algo casi de lujo.

Que zonas de Tallahassee me resultan atractivas, pues en primer lugar la zona céntrica, que tiene unas 20 o 30 manzanas y algunos edificios interesantes como el Capitolio y el Museo de Historia de Florida (muy bueno por cierto), la zona de Franklin y Call Street, la Zona de Magnolia History District, y obviamente la zona de la Florida University, donde hay diversos edificios monumentales y barrios de universitarios coquetos y acogedores.

Sin embargo, la mayor parte de la ciudad son suburbios, separados entre sí por lagos y bosques. Con grandes y bellas casas, pero sin ningún atractivo para una visita turística (al menos no para mi). Lo bueno de Tallahassee es que en ningún momento tuve problemas de tráfico o tumultos, pero las muchas curvas de las calles (por los bosques y lagos existentes) hacen un poco complicado ubicarse.

He estado en buenos hoteles en Tallahassee, de ello no me puedo quejar. Creo que el mejor de todos es el Home2Suites by Hilton. El desayuno es similar en todos, y todos fueron cómodos, con amplias habitaciones y baños, pero el que Home2Suites era el más moderno y en mejor estado de todos. Casi nuevo cuando lo visitamos. Además, queda en una zona donde hay muchos restaurantes agradables y sabrosos.

Pues sí, he comido rico en Tallahassee. Comida de diverso tipo y en varios lugares. El primer lugar que viene a mi mente es el Mission BBQ, donde he comido sabroso a buen precio en un ambiente muy agradable. El Buffalo Wild Wings, que queda por allí cerca, también es muy bueno. Ambos de estilos similares, comida americana. El Panera es una buena opción para tomar un café y comer algunos bocaditos. Pero la oferta es múltiple pues Tallahassee es claramente una ciudad de gran riqueza.

Bogotá – Ciudad de Museos

Aprovechando las pocas horas disponibles que estuve en Bogotá, pude visitar cuatro museos. Visitas rápidas, de lego, el tiempo era corto y l...