domingo, 31 de mayo de 2020

Chiclayo – paraíso gastronómico

Perú, en diversos rankings figura como uno de los 5 principales destinos gastronómicos del Mundo. De hecho, en la mayor parte de los principales destinos turísticos del país he visto personas que, además del turismo cultural, arqueológico o religioso, disfrutan del turismo gastronómico. En un país tan diverso, cuna de tantos productos vegetales y cuya diversidad edafoclimática ha permitido la adaptación de tantos otros, además de las diversas migraciones que aportaron técnicas y platos (que fueron adaptados a nuestra cultura) era casi natural que se desarrolle una gastronomía de primera línea.

Si bien es cierto que Lima concentra los mejores restaurantes del país, hay muchas otras ciudades con restaurantes y huariques (fondas, restaurantes de barrio, locales tradicionales) que hacen de la experiencia del buen comer un complemento perfecto para el turismo.

Chiclayo no es un destino turístico por excelencia. Como ciudad es bastante pobre en atractivos. Tiene museos y lugares interesantes cercanos y puede servir de eje para el turismo. Pero Chiclayo es, sin dudas, uno de los mejores destinos gastronómicos del país. Y lo digo sin pizca de chauvinismo. La experiencia de comer en Chiclayo es hasta una “experiencia religiosa”.

Siempre que vuelvo por Chiclayo busco algún lugar donde disfrutar de su excelente gastronomía. Hay desde lugares sofisticados y elegantes, de precios elevados, hasta pequeños locales, donde se puede comer bien. Hoy hablaré de algunos de los restaurantes que me resultan entrañables y sabrosos. Sin un orden de calidad, sino simplemente como vienen a mi mente.

·         Chechar Jr. Para mi gusto el mejor ceviche de conchas negras de la ciudad. Servido en una generosa ración, sabor contundente y acompañado de zarandaja y canchita, más una tortita de choclo. Es un gran placer chiclayano. En la esquina de Bolognesi con Colón.

·         A pocos pasos del Chechar Jr, en la misma calle Colón se encuentra el Sorrento, una tradición en Chiclayo. Para muchos, las mejores empanadas de carne de la ciudad. Enormes, sabrosas, contundentes. Una empanada hace una cena. Sin dudarlo si uno es fan de las empanadas, este local es imperdible.

·         El Fiesta, en la cuadra 18 de la Av. Salaverry, pasando el estadio Elías Aguirre. Para muchos (me cuento entre ellos), el mejor restaurante de Chiclayo. Definitivamente ha quedado fuera de mi presupuesto. Pero si alguna vez vuelvo con viáticos, caigo sin rubor por allí. El plato bandera es el apatadito de pato, un hibrido entre el arroz con pato y el aguadito que por su sabor y textura es realmente un placer de dioses.

·         Balta 512, cuando era niño se llamaba Roma, luego cambió de propietarios y nombre y pasó a llamarse Romana, por una leguleyada en Indecopi, no puede usar ahora ese nombre y se renombró como Balta 512. Lo mejor para mí, sus desayunos tradicionales. El chirimpico es notable. En postres, con larga distancia, el mejor pye de limón de Chiclayo.

·         Sabores Peruanos, el distrito de La Victoria, en la Av. Los Incas 136, una cevichería – restaurante muy acogedor, de excelentes sabores. El único problema es que suele estar lleno, pero vale la pena la espera. Todos los platos de pescados y mariscos son notables, sabrosos, en buenas raciones a precios bastantes razonables.

·         Marakos, el local ideal para disfrutar de una buena parrilla. Tiene ya 2 ó 3 locales. Los dos primeros en la Av. Arteaga de la urb. Los Parques. Para mi gusto la lengua a la parrilla es insuperable, si uno la acompaña con puré, un plato perfecto.

·         Con distancia, la mejor pollería de la ciudad es el Brasa Roja, también con varios locales, siendo el más amplio y concurrido el que se encuentra en la Av. Santa Victoria.

·         Chiclayo tiene dos chifas de primera línea, que perfectamente podrían destacar en Lima. Cualquiera de los dos es una excelente opción para un almuerzo o una cena. El Luna Llena en la Av. Grau y el Chifa China en la Av. Bolognesi.

·         Si bien no soy muy dulcero, en Chiclayo hay una heladería cuyos sabores me hechizan, el Mapache Frío, en la esquina de Lapoint con Vicente de la Vega. El helado de chocolate es, para mí, adictivo.

·         Un restaurante más tirando para huarique, apiñado, lleno siempre, barato y de sabor contundente es el Cerrito Norteño, ubicado en el pueblo joven Olaya, es realmente una joya de la cocina de sabores tradicionales y básicos. Perfecto para descubrir el verdadero sabor chiclayano.

·         Otra cevichería notable es Puerto Loco, en la Av. Zarumilla urb. Satélite. Los platos son contundentes y sabrosos. Se puede ver mientras los preparan pues la cocina está a la vista del salón. La experiencia es completa y uno sale satisfecho y feliz.

·         Un local solo para chiclayanos, es la Cevichería Don Godito, en la Av. Luis Gonzales, pasando Pedro Ruiz. Es un pequeño snack que vende la papas a la huancaína perfectas para el chiclayano típico. Las comemos acompañadas de ceviche, algo que nadie de otro lugar entendería. Don Godito es el local donde vuelvo siempre.


sábado, 30 de mayo de 2020

Valparaíso

Valparaíso es el principal puerto chileno. Se encuentra a unas dos horas de Santiago y es muy fácil hacer un full day en este destino. Lo he visitado dos veces, ambas partiendo de Santiago temprano por la mañana y retornando al final de la tarde. En ambos casos, con quienes conversamos antes de partir nos advirtieron los peligros del puerto, pero felizmente no tuvimos percances en ninguna de las dos visitas.


De hecho, sólo hemos recorrido el Valparaíso monumental, desde donde nos dejó el bus en el que llegamos de Santiago, hacia la zona sur, la más antigua y atractiva de la ciudad. Lo primero que hice en esta ciudad, siguiendo mi pasión por los medios de transporte urbanos fue pasear en el trolebús eléctrico. Una experiencia deliciosa y simple, buses con más de 50 años de antigüedad, de formas clásicas y un típico color verde claro que los hace sentir aún más añejos. Son el medio de transporte perfecto para recorrer el centro de la ciudad.


El centro de la ciudad es muy bonito con construcciones de puerto, edificios de aduanas, de armadores, en cierta medida muy parecido al Callao en Perú, pero creo bastante mejor y más seguro. Uno de los principales atractivos son los antiguos “ascensores”, que permiten subir hacia los barrios altos, que crecieron en los cerros colindantes al centro de la ciudad.


Estos barrios (los más próximos al centro) a los que se puede subir (y luego bajar) por los ascensores están claramente orientados al turismo. Abundan los cafés, los restaurantes, los albergues. Las vistas hacia el mar son hermosas, con el puerto en primera línea y los enormes barcos que en el atracan.


Hacia el extremo sur de la zona central de la ciudad hay un ascensor que lleva hacia un paseo artesanal, en un barranco junto a la playa. En esta zona es posible ver a mucha gente de paseo, principalmente chilenos. En los cerros colindantes al centro histórico si se aprecian turistas extranjeros, que, por la tranquilidad en sus movimientos, dan la impresión de disfrutar de varios días en la ciudad.


Para mi gusto medio día es suficiente. Son dos las cosas que disfruté en Valparaíso, fueron en primer lugar los trolebuses y en segundo lugar los ascensores. Las vistas desde la parte alta son bellas y las callecitas empinadas y llenas de recovecos tienen siempre una sorpresa por descubrir, con pequeñas casitas coquetas y bien decoradas por todo lado. Supongo no haría un viaje exclusivo para disfrutar de Valparaíso, pero estando en Santiago creo es una visita de full day interesante (que se complementa con Viña del Mar, la ciudad vecina).


Sobre la comida, tengo una opinión ambivalente de la ciudad. La primera vez, al llegar de Santiago, comimos en una pequeña fonda, de aspecto descuidado, pero el hambre nos obligó a parar a allí. Suerte divina, comí un sandwichs barros luco que repetí y estuvo perfecto, a un precio económico (para Chile) y un sabor que podría ser de cualquier otro sitio. Estuvo tan contundente el desayuno de media mañana, que luego tomamos un café y un postre, fuimos a Viña y volvimos a Santiago, donde cenamos contundentemente.


La segunda vez en Valparaíso, sólo almorzamos, Uno de los peores almuerzos de mi vida (y de los más caros) en un elegante restaurante cuyo nombre he borrado de mi mente pero que fue una experiencia terrible, con precios estratosféricos que estuve dispuesto a pagar, suponiendo los sabores valdrían la pena. Al final un fiasco que fue infinitamente peor por la salvaje y criminal cuenta.

Yo creo que Valparaíso es un destino para pasear en trolebús, subir y bajar por sus ascensores, caminar por sus callejuelas en la parte alta, disfrutar las vistas y volver a Santiago. No lo siento como un destino en el que quisiera quedarme a explorar sus rincones más ocultos.


jueves, 21 de mayo de 2020

Ciudad de México - Parte 3

Sin dudarlo, mi lugar favorito en el DF, es el Castillo de Chapultepec. No solamente por su belleza arquitectónica si no, sobre todo, por la carga emocional que representa para mí el visitar un Palacio Imperial. Hasta ahora, es el único que he visitado. No conozco Europa y supongo que, si llegó por allá, visitaré más de uno.

Aunque suene anacrónico y reaccionario, siempre he creído que la Monarquía es el mejor sistema de gobierno. Con una muy clara delimitación de las funciones de estado (el rey) y de gobierno (primer ministro). Evidentemente una monarquía absolutista ya es algo fuera de lugar, pero una ilustrada, sigue siendo mi sueño de opio.

Reforma, domingo sin autos
Reforma, domingo sin autos

Bueno no es lugar para escribir sobre mis extrañas ideas políticas. Aunque sólo me lea yo. Lo cierto es que el Castillo de Chapultepec me impresionó las dos veces que lo he visitado. Y me emocionó hasta las lágrimas. Recorrer pasillos o patios por donde caminó el emperador Maximiliano, me hizo sentir por un instante en la corte imperial.



Las vistas son hermosas, tanto hacia Paseo de la Reforma, con sus monumentales edificios. Por un instante, con esa vista uno se siente al otro lado del Atlántico y no en el DF. Hacia el otro extremo, las vistas al bosque de Chapultepec son igualmente magnificas. El bosque por sí mismo es un hermoso destino. Las dos visitas lo he encontrado lleno y con un clima perfecto. Es perfecto para comprar las pequeñas chucherías que se venden por todo lado, así como las comidas típicas de viandante mexicano.

Es posible pasear en un pequeño tren para niños. Acepto que lo hice la dos veces que lo he visitado. Sólo y con mis hijos. Y cuando vuelva, si lo hago, volveré a subir. Mientras se recorre el bosque, es posible tener distintas vistas del Castillo de Chapultepec, lo que definitivamente, es el turismo que me gusta hacer.

Si a uno le agrada caminar (lo hice la primera vez) es posible ir al zócalo siguiendo Paseo de la Reforma. Las otras tres opciones son tomar el metro, el Turibus o tomar un taxi. La zona es muy bella y, en el camino, se encuentra el Ángel de la Independencia, una de las postales ícono de la ciudad. Un muy bello monumento, imperdible. Siguiendo por Reforma (partiendo del bosque) se llega hasta el Palacio de Bellas Artes, una enorme construcción, arquitectónicamente notable, pero que por limitaciones de tiempo aún no he podido visitar.

El Zócalo del DF tiene hermosos edificios. Algunos coloniales y otros republicanos. Entre la primera vez que lo visité y la segunda, hubo un gran cambio a favor, con menos vendedores ambulantes y un mejor nivel de conservación y limpieza. Lo único que sentí peor fue el tráfico, que por momentos era simplemente de terror.

Si bien hay múltiples colonias y opciones donde alojarse en el DF, creo que hospedarse en el Zócalo es la mejor opción. La red del Metro y el Turibus permiten desplazarse sin problemas a todos los atractivos turísticos urbanos. Además, se puede caminar a las colonias Condesa y Roma, e ir a Chapultepec, claro, dependiendo de las ganas de hacerlo y el clima.

De mi experiencia personal, de día, el DF (al menos la zona turísticamente visitable) es seguro. Incluso empezando la noche también, cuando hay mucha gente en las calles. Seguro mi fisonomía de latino me ayudo a desplazarme. Salvo el dejo al hablar, perfectamente podría pasar por un mexicano promedio.

La comida en el DF es sabrosa. Pero, ojo, tiene sabores muy extraños. Antes de partir en mi primer viaje, me recomendaron probar dos platos típicos. Los anoté y aún recuerdo sus nombres. Una mañana, a pesar de tener desayuno en el hotel, fui a un restaurante en el zócalo que me habían recomendado (por el Palacio de las Artes) y pedí huevos rancheros, el mozo me miró y me dijo “señor sabe lo que es”, le dije que no. Me comentó que eran huevos revueltos con tres variedades de ajíes. Deseche la orden. Pedí luego chapulines, me dijo “señor, tiene amigos mexicanos muy bromistas”. Los chapulines son lo que en Perú conocemos como grillos.

Preferí seguir sus indicaciones y vaya si desayuné sabroso, con algo de ají, pero tolerable para mí. El desayuno buffet del Hotel Donceles también es muy completo y rico. Un lugar que recomiendo sin dudarlo es el Café de Tacuba. Tal como comento en mi post en el Tripadvisor, una visita ineludible en el Zócalo del DF “la primera vez que fui al DF intenté entrar al Café de Tacuba. Pase 2 ó 3 veces por su puerta y siempre encontré una enorme cola que me desanimaba. Esta segunda vez, un domingo por la tarde, con mucha suerte llegamos en un momento que no había colas y si una mesa disponible. El local es precioso y la comida sabrosa, realmente una visita imperdible. Los tamales de ya no recuerdo donde son espectaculares”.

Tengo un vuelo que conseguí en oferta para el DF. Si el Covid 19 lo permite volveré, aunque sólo de paso por el aeropuerto, donde seguro probaré (al menos) algo de su sabrosa comida.


miércoles, 20 de mayo de 2020

Ciudad de México - Parte 2

Ciudad de México es interminable. Es imposible en una visita turística abarcar todos sus atractivos turísticos, que son muy diversos y para todo tipo de intereses turísticos. Por restricciones de tiempo en mis dos visitas a la ciudad, no he podido ir a las ruinas aztecas cercanas. Sin embargo, en los pocos días que he estado en el DF, he disfrutado mucho la estadía. Siento que me falta mucho por conocer y el DF siempre es un destino al que uno espera volver, sobre todo para visitar las ruinas aztecas cercanas.

En el DF he realizado las actividades básicas para un turista: he deambulado por el zócalo, he visitado el bosque y castillo de Chapultepec, he caminado por los barrios de Condesa, Polanco y Coyoacán, también por Reforma e Insurgentes. Incluso he llegado hasta Xochimilco. Y, por cierto, lo más importante para mi madre, he visitado la Basílica de Guadalupe. Si no hubiese ido, mejor no regresar por Perú. Mi familia me hubiese excomulgado por apóstata.

Vista Lateral del Zócalo del DF

He utilizado muy pocos taxis, salvo para salir y volver al aeropuerto y uno más en el muy largo viaje hacia Xochimilco. Casi todos mis desplazamientos fueron en Metro y, además, en el Turibus, cuyos 4 circuitos por la ciudad muestran lo mejor de ella. Definitivamente, con ambos medios de transporte no es necesario tomar un taxi para conocer la ciudad.

Detalles en la Catedral

Sólo en mi primer viaje al DF visité Xochimilco. Queda muy, pero muy lejos del zócalo del DF. Pregunté en el hotel cuando me costaría llegar en un taxi hasta allá y me dieron un monto que me pareció excesivo. Iba de trabajo así que los gastos estaban cubiertos, decidí ir, independientemente del costo. Salí del hotel, caminé una cuadra, llamé a un taxi y le pregunté cuando me costaría una carrera hasta allá. Me dijo “joven tienen suerte, voy para allá, deme (creo)100 pesos y lo llevo”. No recuerdo el monto exacto, hace ya muchos años de eso. Pero si recuerdo que era alrededor de 1/3 lo que me habían dicho en el hotel.

A pesar de todo lo que había leído sobre lo peligrosa que era la ciudad acepté. Subí y crucé los dedos. Era bastante más joven que ahora y notablemente más arriesgado. Fue una buena experiencia, fuimos conversando todo el camino. Me dio algunos tips para volver desde Xochimilco, tomar el tren ligero hasta Tasqueña y estando allí volver al centro. Conversar con un mexicano fue agradable. Hace ya muchos años de eso, pero me habló de la historia, de que hacer y visitar en la ciudad, que comer. Xochimilco me decepcionó. Una zona lacustre con balsas de colores. No era lo mío. Estando allí tomé un bote, hice el paseo de ley y volví.

Subí al tren ligero en la estación de Xochimilco. Pedí un mapa de la red de metro a quien me vendió los boletos. Decidí ir a Coyoacán. Era mi primera vez en un metro. Entender el mapa me costó. Tras varias estaciones en el tren ligero, llegué a Tasqueña, su estación final. Dejé el tren ligero y entré al metro. Fui hasta el zócalo, hice un enlace y volví hacia Coyoacan.

Este barrio es el símil del distrito de Barranco en Lima en el DF. Un barrio bohemio, encantador, de lindas casas, un gran parque central. Museos, algunas iglesias, bares, restaurantes. Fui feliz recorriéndolo sin rumbo. Entré al museo de Frida Kahlo, también la casa de Trotsky. Caminé mucho, cené, tomé unas cervezas, tomé el metro y volví al zócalo.

En el bar me di cuenta que había cometido un grave error en mi traslado. Desde Tasqueña pude haber avanzado una o dos estaciones y luego caminar al centro de Coyoacán. Pero, en mi impericia, subí al metro, avance no sé cuántas estaciones en una línea, hasta el zócalo, hice el cambio y retorné otras tantas, en otra línea, hasta Coyoacán. Perdí una hora, pero no fue grave. La segunda vez que visité Coyoacán, volví en metro. El museo de Frida Kalho cerrado. Pero igual, un destino imperdible. Desayuné en el Sanborns de Parque Centenario y disfruté una linda mañana de domingo en un coqueto barrio.

En metro también llegué a la Basílica de Guadalupe. No recuerdo el día que hice la visita, pero sí que partí del Zócalo y el metro me dejó a unas pocas cuadras de la misma. Tampoco recuerdo si hice enlace o si fue una línea directa. Pero no fue difícil llegar. Arquitectónicamente no es impresionante, pero emocionalmente sí que lo es. En mi familia materna todos son devotos de la Virgen de Guadalupe y compre recuerdos para todos. Si bien no soy una persona especialmente devota, no puedo negar que me sentí sobrecogido, por el lugar, pero sobre todo por la devoción tangible en el ambiente.

Me quedó corto en el espacio. Un último post me llevará al que es mi destino favorito en el DF.


viernes, 15 de mayo de 2020

Puerto Varas

Hace ya algunos años fuimos por primera vez a esta hermosa ciudad del sur chileno. Había previsto ir a Puerto Montt, pero un amigo chileno me comentó que mucho más bonita era Puerto Varas y que, desde allí si quería, visite Puerto Montt. Estuvo en lo cierto, Puerto Varas es un pueblo pequeño, pero notablemente hermoso, muy distinto de Puerto Montt, que tiene un perfil más de puerto y ciudad industrial, con poco interesante por ver.

Lago Todos los Santos

Desde la llegada, Puerto Varas me resultó una interesante ciudad. Llegamos en bus, en Cruz del Sur desde Santiago de Chile, un bus muy cómodo, con excelente servicio a bordo. El terminal ya era algo distinto a lo que estamos acostumbrados en Perú, una antigua construcción de madera, que luego vimos en otros pueblos, pero en Puerto Varas fue nuestra primera aproximación a este tipo de construcciones.

Nos hospedamos en un backpacker cercano, el Casa Azul, hacia el que caminamos tras desembarcar. Recorrimos una ciudad fría, gélida, con viento helado en el rostro, aunque íbamos bien abrigados, la sensación era extrema. El hospedaje también era una construcción de madera, como casi todas las viviendas de la ciudad. Pequeño, simple, pero suficiente para una estadía de dos noches.

Uno de los días hicimos un full day hacia la isla de Chiloé; otro aprovechamos para un tour por los lagos cercanos y el resto del tiempo nos quedamos en el pueblo. Aunque por unas horas fuimos a Puerto Montt (completamente prescindible la visita).

Volcán Osorno

En Puerto Varas hay, tres actividades básicas para hacer. La primera es un tour por los lagos. Hay múltiples opciones, incluso con tours que van hasta Bariloche en Argentina. Escogimos uno de medio día que nos llevó hasta el pueblo de Petrohue, a orillas del lago Todos los Santos, que luego recorrimos en un bote hasta Peulla. Los paisajes son indescriptibles, de una belleza inenarrable. Era nuestra primera visita a un lugar así y fue simplemente maravilloso.

La segunda actividad es recorrer el malecón junto al lago Llanquihue, que proporciona hermosas vistas de este lago, teniendo como fondo el volcán Osorno. Es tan relajante que perfectamente se puede dedicar una mañana o tarde completa a disfrutar del entorno. Hermosas casas y hoteles en la orilla y paisajes de ensueño hacia el interior del lago. Es posible tomar un bote y surcarlo, pero preferimos no hacerlo cuando estuvimos. Nos fue suficiente disfrutar de la orilla y del entorno.

La tercera actividad es hacer la ruta de casonas monumentales del pueblo, hay varias guías que indican cuales son y que rutas seguir. Puerto Varas es un lugar pequeño, así que todo es posible hacerlo caminando. Hay hermosas mansiones, de estilo europeo, la mayoría de inicios o mediados del siglo XX, cuando el lugar recibió una importante migración europea, lo que es muy apreciable en las fisonomías, nombres de las personas y en la gastronomía.

Construcción Tradicional de Puerto Varas

Otra actividad que se disfruta, y mucho, en Puerto Varas es la gastronomía. Chile no es un país que destaque por su buena comida. Pero Puerto Varas es la excepción que confirma la regla. Hay múltiples opciones para desayunar, almorzar o cenar. Los precios suelen ser altos, pero bien que vale la pena. Los sabores son muy sabrosos y los platos, principalmente basados en salmón y mariscos son presentados elegantemente, lo que hace de la experiencia gastronómica sobresaliente.

En el tiempo transcurrido he olvidado la mayor parte de los locales donde disfrutamos la fina gastronomía del pueblo. Pero hay uno que siempre tengo en la mente, el Club Alemán. Alguien nos los recomendó (por cierto, todos son muy amables en Puerto Varas) y decidimos probar. Comida alemana con platos basados en salmón y mariscos, sabrosa y contundente.

Recuerdo que entramos al Club, nos sentamos en una mesa en el restaurante y cuando me percaté había tres diferencias notables con los demás comensales. La primera y muy obvia, todos (excepto nosotros) eran ancianos. La segunda casi decantándose es que todos eran personas del mismo pueblo, o al menos chilenos. Y la tercera, es que todos estaban elegantemente vestidos y nosotros éramos como dos mochileros fuera de lugar. A pesar de eso, los mozos, también elegantemente vestidos, nos atendieron con cordialidad y disfrutamos de uno de los mejores (sino el mejor) almuerzo en todos los viajes que hemos hecho a Chile.

Revisando el mapa del pueblo, recordé El Barista Café, un agradable local donde paramos un momento a tomar algo. Encontré mi post, escrito en caliente, en el Tripadvisor “El local es muy agradable, bien decorado. La atención podría ser más cordial, pero es razonablemente buena. Mi esposa pidió un café capuccino que estaba muy sabroso y yo un té, que fue servido en una coqueta tetera. Es un local adecuado para descansar y disfrutar de un rato de relajación”.

Una descripción simple de Puerto Varas sería “un destino de cuento de hadas”. La belleza de su arquitectura, de su entorno y la amabilidad de su gente lo hacen un lugar al que quiero volver siempre.


martes, 12 de mayo de 2020

Encarnación - Paraguay

He visitado 5 veces esta hermosa ciudad, a orillas del río Paraná, en el límite del Paraguay con Argentina. Lo primero que uno pensaría es que una ciudad tan pequeña no tendría ni por asomo el ornato que Encarnación tiene. Pero la sorpresa es grande cuando uno llega. La ciudad, con poco menos de 150mil habitantes tiene una infraestructura superior a cualquier ciudad equivalente en Perú, incluso a varias mucho más grandes. Lo que es aún más sorprendente si tenemos en cuenta el nivel de desarrollo económico relativo del Paraguay respecto al Perú.

Ruinas de Trinidad


El centro de la ciudad tiene calles amplias, con muy poco tráfico, esta circundado por avenidas que lo liberan del tráfico pesado, lo que es simplemente espectacular (¿que nos falta en Perú para una solución tan simple?). La ciudad vive a orillas del río Paraná, que en ese punto es majestuoso. En el lado argentino se encuentra Posadas, una ciudad más grande y con más vida nocturna y también muy bella e interesante.


En Encarnación la vida está basada en tres actividades: el turismo, en tanto es una ciudad balnearia, el comercio, pues hay una zona comercial muy grande siempre llena de personas, principalmente argentinos, y el sector público, en tanto es capital de Departamento y además sede de la entidad binacional que gestiona la represa e hidroeléctrica de Yacyreta, que proporciona energía eléctrica a las zonas colindantes de ambos países.

La vida en la ciudad es muy tranquila. Las noches empiezan pronto y rápidamente es difícil encontrar gente en las calles. A las 8pm uno se siente como en la madrugada peruana. Quizás en la temporada de verano, cuando los turistas llenan los hoteles, la apreciación sea distinta, pero aún no he coincidido con el verano (que supongo debe ser un infierno por la alta temperatura).


Playa San José

La ciudad tiene tres áreas habilitadas como playas sobre el río Paraná: Mboi K’ae, San José y San Isidro. He caminado varias veces por la segunda, que está a la altura del centro histórico y he estado de paso en la primera. Son lindas y cuando las he visitado, tranquilas y casi vacías, aunque me han comentado que en verano se saturan de turistas, principalmente provenientes de Asunción y Argentina.

Para un turista foráneo, el mayor atractivo de Encarnación no se encuentra en la misma ciudad, sino en un pueblo a unos 30 minutos. En Trinidad, donde es muy fácil llegar, tomando un bus desde el Terminal, se encuentra la reducción jesuita de Trinidad. Un espacio maravilloso, si bien muy deteriorado, en el que aún se puede apreciar la magnificencia de un pasado deslumbrante. La historia de los Jesuitas es Paraguay es fascinante y lástima un periodo así de interesante de la historia de nuestro subcontinente haya terminado de esa manera.

He comido bien en Encarnación. He almorzado algunas veces en el mercadillo de comidas, junto al terminal. Destaco entre todo, un asado que me resultó deslumbrante, además un guiso de gallina para chuparse los dedos. El mejor restaurante donde he cenado es el Milord, notable, pequeño, pero de gran sabor y servicio. Otros lugares donde he comido muy sabroso son el Vicios y el Gosh Sandwich en la Plaza de Armas. Un local barato, de empanadas contundentes, típico para los lugareños, es el Comedor doña Cloti. Lo cierto es que hay mucha oferta gastronómica.

En Encarnación sólo he visitado un bar, el Galway Irish Bar. Perfecto para mí. Copio el post que escribí en caliente en el Tripadvisor: “Pocas veces puedo decir que el 100% de las canciones que pasaron fueron de mi agrado. Me encantó el local, la música los tragos, los precios. Si vuelvo a Encarna, Volveré”. Y definitivamente, si vuelvo por Encarna, iré al Galway. Aunque también pienso en todos los sitios donde he comido rico y deseo volver a hacerlo.

Puente Internacional

Muchos van a Encarnación de compras. La zona comercial es muy grande, cercana al puente internacional que cruza hacia Posadas. Los productos “falsificados” o “sin marca conocida” son muy baratos. La ropa “de marca” cuesta igual que en Perú, salvo excepciones. En general las veces que he ido he preferido comprar en el centro de la ciudad, en una tienda de ropa brasileña al peso, donde he conseguido ropa barata y de calidad aceptable. También en una tienda de descuentos en una calle paralela a donde queda la tienda brasileña (o quizás la misma), Estigarribia, Artigas o Mallorquin. Ropa barata para mis hijos, de buen acabado y diseño distinto al peruano.


Iglesia de Encarnación

Como tantas otras, Encarnación es una ciudad donde me gustaría vivir. Salvo el indomable calor que puede llegar a sentirse, me agrada la tranquilidad pueblerina que en ella se vive. Tiene un bar perfecto para mí y, además, el asado paraguayo es simplemente delicioso. Y, como olvidar las empanadas, sabrosas y muy baratas.

Bogotá – Ciudad de Museos

Aprovechando las pocas horas disponibles que estuve en Bogotá, pude visitar cuatro museos. Visitas rápidas, de lego, el tiempo era corto y l...