Valparaíso
es el principal puerto chileno. Se encuentra a unas dos horas de Santiago y es
muy fácil hacer un full day en este destino. Lo he visitado dos veces, ambas
partiendo de Santiago temprano por la mañana y retornando al final de la tarde.
En ambos casos, con quienes conversamos antes de partir nos advirtieron los peligros
del puerto, pero felizmente no tuvimos percances en ninguna de las dos visitas.
De hecho,
sólo hemos recorrido el Valparaíso monumental, desde donde nos dejó el bus en
el que llegamos de Santiago, hacia la zona sur, la más antigua y atractiva de
la ciudad. Lo primero que hice en esta ciudad, siguiendo mi pasión por los
medios de transporte urbanos fue pasear en el trolebús eléctrico. Una
experiencia deliciosa y simple, buses con más de 50 años de antigüedad, de
formas clásicas y un típico color verde claro que los hace sentir aún más
añejos. Son el medio de transporte perfecto para recorrer el centro de la
ciudad.
El centro
de la ciudad es muy bonito con construcciones de puerto, edificios de aduanas,
de armadores, en cierta medida muy parecido al Callao en Perú, pero creo
bastante mejor y más seguro. Uno de los principales atractivos son los antiguos
“ascensores”, que permiten subir hacia los barrios altos, que crecieron en los
cerros colindantes al centro de la ciudad.
Estos
barrios (los más próximos al centro) a los que se puede subir (y luego bajar)
por los ascensores están claramente orientados al turismo. Abundan los cafés,
los restaurantes, los albergues. Las vistas hacia el mar son hermosas, con el
puerto en primera línea y los enormes barcos que en el atracan.
Hacia el
extremo sur de la zona central de la ciudad hay un ascensor que lleva hacia un
paseo artesanal, en un barranco junto a la playa. En esta zona es posible ver a
mucha gente de paseo, principalmente chilenos. En los cerros colindantes al
centro histórico si se aprecian turistas extranjeros, que, por la tranquilidad
en sus movimientos, dan la impresión de disfrutar de varios días en la ciudad.
Para mi
gusto medio día es suficiente. Son dos las cosas que disfruté en Valparaíso, fueron
en primer lugar los trolebuses y en segundo lugar los ascensores. Las vistas
desde la parte alta son bellas y las callecitas empinadas y llenas de recovecos
tienen siempre una sorpresa por descubrir, con pequeñas casitas coquetas y bien
decoradas por todo lado. Supongo no haría un viaje exclusivo para disfrutar de
Valparaíso, pero estando en Santiago creo es una visita de full day interesante
(que se complementa con Viña del Mar, la ciudad vecina).
Sobre la
comida, tengo una opinión ambivalente de la ciudad. La primera vez, al llegar
de Santiago, comimos en una pequeña fonda, de aspecto descuidado, pero el
hambre nos obligó a parar a allí. Suerte divina, comí un sandwichs barros luco
que repetí y estuvo perfecto, a un precio económico (para Chile) y un sabor que
podría ser de cualquier otro sitio. Estuvo tan contundente el desayuno de media
mañana, que luego tomamos un café y un postre, fuimos a Viña y volvimos a
Santiago, donde cenamos contundentemente.
La segunda
vez en Valparaíso, sólo almorzamos, Uno de los peores almuerzos de mi vida (y
de los más caros) en un elegante restaurante cuyo nombre he borrado de mi mente
pero que fue una experiencia terrible, con precios estratosféricos que estuve
dispuesto a pagar, suponiendo los sabores valdrían la pena. Al final un fiasco
que fue infinitamente peor por la salvaje y criminal cuenta.
Yo creo que
Valparaíso es un destino para pasear en trolebús, subir y bajar por sus
ascensores, caminar por sus callejuelas en la parte alta, disfrutar las vistas
y volver a Santiago. No lo siento como un destino en el que quisiera quedarme a
explorar sus rincones más ocultos.
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