Chimbote es una ciudad que visité por primera vez el año 1995. Aquella vez me llevé una imagen muy poco grata de la misma. Debo reconocer que evité volver a ir pues la percepción que tuve de ella, sumada a los diferentes comentarios que escuchaba, me hacían preferir otros destinos.
Desde entonces he vuelto ya varias veces obligado por el trabajo y me ha ido bien, le he encontrado su encanto. La última vez, la semana que acaba de concluir. No será nunca un destino turístico, pero sí que ha mejorado (y mucho) en el ornato y en la oferta hotelera y gastronómica para una estadía agradable. Como siempre he ido por trabajo, me ha dado poco tiempo para visitar su principal atractivo, el Vivero Forestal, que es enorme y se puede apreciar desde la carretera panamericana, en la salida hacia el norte. Tarea pendiente.
Chimbote es una
ciudad partida en dos, hacia el norte la tradicional, el Chimbote clásico,
hacia el sur el distrito de Nuevo Chimbote, una zona residencial con barrios
que no tienen nada que envidiar a los mejores de cualquier ciudad norteña. Me
he hospedado en ambas zonas y de hecho he comido en diferentes restaurantes en
ambos sectores, pero por la facilidad para ir a las reuniones de trabajo,
prefiero el Chimbote tradicional.
Una visita que
creo es obligatoria es el Malecón Grau, muy seguro por las mañanas y buenas
vistas de la flota pesquera anclada en la bahía. Está bien cuidado y se puede
caminar por varias cuadras sin problemas, sobre todo las que se encuentran desde
la altura de la Plaza de Armas hasta la Plaza Almirante Grau, donde se
encuentra el hotel Chimú.
Una visita que
considero obligada es la Iglesia de Nuevo Chimbote, si bien es moderna, es
realmente hermosa, con bellas esculturas de madera y vitrales de los artesanos
de Don Bosco, creo que sin dudarlo una de las mejores iglesias modernas del
país. Ambas plazas, la de Chimbote y la de Nuevo Chimbote son agradables, así
que también hay que destinarles unos minutos para disfrutarlas.
Si bien hay múltiples opciones para hospedarse, las dos mejores (para mi gusto) son el hotel Brilia, que es un hotel moderno y confortable, en el límite norte de la ciudad y La Vieja Casona, que si bien se encuentra en un barrio algo “complicado” es una linda casa republicana con amplias y confortables habitaciones con mobiliario de época.
Para comer hay múltiples opciones. Si uno está por Chimbote, creo comer pescado es lo natural, no encuentro un local que destaque nítidamente, pero el Mar y Luna es cumplidor, además tiene un grato ambiente rockero. Pero quizás la sorpresa más grata sea la parrilla El Gaucho, simplemente notable a un excelente precio (comparado con Lima). El Capucchino siempre es una buena opción para tomar un buen café y algún sándwich a precios económicos.
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