domingo, 30 de agosto de 2020

Piura, una ciudad de grandes sabores

Estudie la universidad en Piura, ello me hace guardar un excelente recuerdo de la ciudad. La vida de universitario suele tener muchos ajustes presupuestales, pero igual comí rico. La gastronomía piurana es muy buena y hay múltiples oportunidades de comer sabroso y barato.

De aquellos lejanos años, recuerdo con mucho cariño “los agachados” en la Av. Pachitea, casi en la esquina con la Country, donde comía un delicioso arroz con frejoles y cabrito por unos dos soles (de aquellos años), quizás ahora unos 7 a 10 soles. Pero mi mayor placer era el ceviche en el mercado Sánchez Cerro. Junto a la sección de carnes, en un pequeño local de dos pisos en una esquina, si mal no recuerdo llamado “Las Delicias”. Me hice un cliente habitual y me vendían un delicioso ceviche por tres soles (costaba diez) pero siendo universitario y “amigo” de la casa, tenía una tarifa especial. Al menos una vez por semana caía por allí.

Ya viejo, muchos años después volví una tarde. El anciano propietario, que estaba cerrando el local me reconoció, y a pesar de tener casi todo guardado, me atendió. Disfruté ese ceviche casi hasta las lágrimas. También en ese mismo mercado, pero en otra sección, en mis épocas de mayores penurias almorzaba el “siete colores”, con base en un arroz chaufa, rodeado de 4 potajes (ají de gallina, ceviche de caballa, papa a la huancaína, cualquier cosa del día) todo por un sol. El ahorro de 4 días almorzando allí me permitía comer el ceviche un día y el arroz con cabrito otro día usualmente sábado, antes de partir a Chiclayo, luego del almuerzo

Muchos años han pasado desde entonces. He vuelto algunas veces a Piura, casi siempre por trabajo. He disfrutado su fina gastronomía, ya con otra perspectiva. Si bien hay muchos nuevos locales, hay algunos tradicionales que son imprescindibles.

El Chalán, un clásico en la ciudad. Por más de 50 años la mejor fuente de soda de Piura. Se puede ir sólo a disfrutar sus espectaculares cremoladas, pero toda su oferta es súper buena. Con varios locales en la ciudad, el principal, sobre la Plaza de Armas, está siempre lleno, pero la alta rotación hace que los tiempos de espera sean muy cortos.

La Tomasita, sobre la misma calle que el Chalán de la Plaza de Armas, la calle Tacna, pero unas tres cuadras hacia la Av. Bolognesi. Un bastión de la comida tradicional piurana. El seco de chavelo es insuperable, un placer de dioses. Si se acompaña de majarisco, realmente un orgasmo gastronómico.

El Caracol Azul, la cevicheria tradicional de la ciudad. Muy pocas veces pude ir siendo universitario, se encontraba absolutamente fuera de mi presupuesto.  Ahora los precios relativamente más altos, pero bien que vale la pena. Los pescados y mariscos son la especialidad de la casa y cualquier plato que se pida es perfecto.

La Santitos, hasta la aparición de La Tomasita, la mejor opción para comida tradicional piurana. Sigue siendo muy bueno, excelente, pero quizás una pizca por debajo de La Tomasita, aunque todo es cuestión de gustos.

Clandestino Resto Bar, Un bar de aquellos. Excelente música, tragos perfectos, ambiente notable, atención amable. Realmente un lugar increíble, perfecto para acabar un día de trabajo en un ambiente ideal para relajarse y divertirse, sin estridencias ni chiquilladas.

Ahora hay decenas de restaurantes en la ciudad, algunos notables, pero estos cinco son los que considero mis favoritos.

domingo, 23 de agosto de 2020

Laja y Saltos del Laja

Estando en Concepción, descubrimos que el sábado por la tarde había un tren “corto” de ida y vuelta hasta Laja. Siendo fanático de los trenes, decidí tomar el servicio. No tenía mucha idea de que encontrar en Laja, pero me pareció interesante ir y conocer un pueblo de la campiña próxima a Concepción.


Al comprar, el mismo sábado, los tickets de ida y vuelta nos dieron unos folletos turísticos. En ellos apreciamos que en el mismo pueblo había una laguna que se usaba de balneario y que a unos kilómetros de distancia se encontraba los “Saltos del Laja”, un atractivo sobre el que había indagado algo. No sabiendo cómo llegar a los Saltos, decidimos pasar el día en la laguna, almorzar allí y disfrutar de un día campestre.


El tren hace el recorrido en paralelo al río Biobio, por una zona rural de pueblos pequeños y estaciones abandonadas, incluso un par de “cementerios” de trenes. Al salir de Concepción el tren 100% lleno en sus asientos y algunos viajeros de pie. Muchos con sus almuerzos para el día de campo. En las primeras estaciones en la ruta (de unas 14 ó 15 en total), subieron más personas, hasta llegar un punto en el que el tren iba sumamente lleno. Igual, como subimos en la primera estación, íbamos sentados con mucha comodidad.


El trayecto es bello, con lindas vistas del río y del valle. En casi cada estación suben vendedores, con todo tipo de productos típicos y artesanales. Debo reconocer que estas actividades, que para otros pueden ser incomodas, en lo personal me resultan interesantes. Compré mani y carne seca (que tiene otro nombre allá), unas latas de gaseosa y fui feliz, comiendo durante el trayecto.


Al llegar a Laja, empezamos a caminar y encontramos una persona que promocionaba el traslado a los Saltos del Laja. El precio nos pareció interesante y decidimos aceptar. Nos subimos a su van y rápidamente se llenó. El servicio era de ida y vuelta. Lo que nos resultó perfecto, a un precio que nos pareció razonable, no barato, pero tampoco caro.


El camino hacia los Saltos del Laja es rural, plantaciones y bosques (en plantación también). Al llegar a los Saltos el conductor nos dio los tips y, por la hora, decidimos almorzar primero. La oferta es amplia, con decenas de restaurantes. Al azar elegimos uno que nos resultó muy bueno, comida sabrosa (siempre un regalo en Chile), algo cara (como todo allá) pero agradable en un lugar apacible, de servicio rápido a pesar de ser enorme y estar lleno.


Luego salimos de la carretera y fuimos hacia los Saltos. Un poco antes de llegar, vimos que había paseos en bote en el mismo río y decidimos tomarlos. Una bonita experiencia, con múltiples pequeñas cascadas. Luego seguimos caminando en un sendero franqueado de múltiples vendedores de artesanías, souvenirs y dulces típicos. Lamentablemente nuestra tarifa aérea era sólo con mochila y no pudimos comprar mayor cosa.


Los saltos en sí, son bonitos, al menos en la época que fuimos, de estiaje con poca agua. Por lo que conversamos, en la temporada de mayor caudal es mucho más bonito. Pero, de hecho, la visita vale la pena. La experiencia del viaje en tren, los paisajes en la ruta, el restaurante campestre, el paseo en bote y las bonitas vistas lo ameritan. De Laja no vimos nada, pues el transfer nos dejó en la estación pocos minutos antes que parta el tren de retorno a Concepción.

domingo, 16 de agosto de 2020

Izamiento de Bandera y Desfile Dominical

 La cuarentena y el toque de queda me han privado del placer de viajar. De deambular por Lima o por cualquier ciudad en la que me encuentre. Extraño el placer de estar solo y lejos, caminando por calles nuevas. Sin embargo, siendo domingo, lo que más extraño hoy es el Izamiento de Bandera y desfile dominical.


Desde muy pequeño, en mi ciudad natal Chiclayo, casi cada domingo iba al izamiento de bandera y desfile dominical, en el mismo Chiclayo o en Lambayeque. Algunas veces en ambas ciudades. Desde que llegué a vivir a Cuzco, cada domingo en la ciudad era obligatorio para mí, despertarme temprano, desayunar, ducharme y partir al izamiento y desfile. Alguna vez incluso he ido a las 6pm a la baja de la bandera. Si bien no estoy siempre en Cuzco, cuando coincido en Domingo, el desfile es ineludible.


Lo que más me agrada de los desfiles es la primera parte: el izamiento de la bandera peruana, el juramento de fidelidad a la bandera y cantar el Himno Nacional. Por muchos años, era el único que llevaba la mano al pecho al cantar el Himno, tal como me enseñaron de niño. Hace algunos años volvieron a imponer como norma poner la mano derecha en el corazón al entonar las sagradas notas de nuestro Himno y ya no soy el único que lo hace. Sigo siendo el único civil que canta a viva voz el Himno Nacional, pero amo a mi Patria, y agradezco a Dios por ser peruano.


Luego del izamiento, lo que más me agrada de los desfiles son las marchas militares. Las bandas de guerra y de música, del ejército, la policía o los colegios es lo que más me gusta. El ritmo castrense de sus marchas, la marcialidad que imponen a quienes siguen el ritmo. Puedo estar varias horas siguiendo el desfile. Hasta que el sol cuzqueño empieza a atormentarme y debo partir.


En Chiclayo van muy pocas personas a los desfiles. En Lambayeque, que es una ciudad pequeña, menos aún. En Cuzco sigue siendo un fenómeno de masas y me encanta. Prefiero llegar a la hora justa y encontrar un sitio para disfrutar el desfile de pie.


Alguna vez se me ocurrió ir en Lima a la Plaza de la Bandera para un izamiento dominical. Dos o tres policías, con un equipo de sonido izando una inmensa bandera. En el público solo yo. Absolutamente deprimente el espectáculo.

Si estoy en Lima, suelo ir al cambio de guardia en Palacio de Gobierno. No tiene para mí el encanto de un izamiento y desfile dominical. Pero sí que lo disfruto. Más aún cuando incluye la vuelta completa a la Plaza de Armas de Lima, que no es siempre, pero alguna vez si lo he disfrutado.

sábado, 8 de agosto de 2020

Chazuta, a orillas del Huallaga

Chazuta es un pequeño pueblo a orillas del río Huallaga. Este caudaloso y hermoso río domina el pueblo y su entorno con su presencia. Llegar a Chazuta toma normalmente un poco más de una hora. Es muy sencillo ir desde Tarapoto. En una mototaxi se pide ir al terminal de autos a Chazuta. Estos se llenan muy rápido pues el tránsito es fluido y en pocos minutos se sale de Tarapoto y se enrumba hacia el sur, por la marginal de la selva.

Fermentación del Cacao
Fermentación del Cacao - Cooperativa Allima Cacao

Antes de cruzar el Bajo Mayo, se abandona la marginal de la selva y se entra hacia la izquierda en la carretera que va directo hacia Chazuta. Este tramo puede ser tranquilo, aunque la pista está muy deteriorada, o muy peligroso en la temporada de lluvias pues hay zonas con permanentes derrumbes y huaycos. Los primeros kilómetros son junto al Bajo Mayo, que en esa zona es navegable en pequeños “peque peques”. Hacia un tercio del camino el Bajo Mayo desemboca en el Huallaga, que es un impresionante río, poderoso, lleno de energía y subyugantes vistas.

Secado del Cacao - Cooperativa Allima Cacao

Desde la confluencia del Bajo Mayo con el Huallaga, el camino se complica, se empieza a avanzar en medio de un cañón, muy escarpado, con muchas zonas de derrumbes. El camino se vuelve zigzagueante y las vistas del Huallaga se hacen permanentes y hermosas. Sólo el camino es ya un placer, con hermosas vistas en todo momento. En algún momento del camino se encuentra el Hotel Puma Rinri, pero si no lo señala el chofer no se aprecia.

Río Huallaga desde Allima Cacao

Chazuta es un pueblo pequeño, podría decirse que no tiene mayores atractivos. Es un típico pueblo pobre y de selva, aparentemente sin muchas cosas que hacer. Pero, por lo maravilloso de sus paisajes, lo apacible de su vida, hay diversos emprendimientos que lo hacen interesante. Ya sólo estar al lado del Huallaga, con tan hermosas vistas vale la pena. Tomarse unas cervezas bien heladas, comiendo pescado en alguno de sus restaurantes es perfecto con el casi insoportable calor que hay en el pueblo.

Productos de Mishky Cacao

Creo que hay cuatro atractivos básicos en el pueblo. Quizás el más conocido es la chocolatería Nina, con chocolates multipremiados y, entiendo, un albergue que ya debería estar funcionando. Sus tabletas son de las mejores que he probado, y definitivamente vale absolutamente la pena su compra.

También en el rubro chocolatero, Mishky Cacao es una iniciativa muy distinta a Nina. Es una organización de mujeres de la zona, que en su búsqueda de alternativas para salir de la pobreza iniciaron un emprendimiento para la producción de chocolates y dulces de majambo, una especie autóctona, que entiendo es prima del cacao, cuyos sabores son notables.

Camino hacia Chazuta

En el mismo Chazuta, se puede visitar la Chacra Pasikiwi, una iniciativa de unos emprendedores, donde se pueden obtener múltiples productos orgánicos producidos por ellos mismos. Es una experiencia agradable con múltiples oportunidades de compra, incluso de almuerzo si se coordina con anticipación.

Y, si bien no es un atractivo turístico o tiene intención de serlo, la Cooperativa Allima Cacao tiene las mejores vistas del Huallaga, lo que pareciera un regalo divino. Además, si se tiene suerte, y hay algún ingeniero con algo de tiempo libre, se puede hacer una visita guiada a sus instalaciones, con la posibilidad de comprar las deliciosas chocotejas producidas por sus socias.

Chazuta no es un destino turístico. Pero perfectamente puede articularse para una visita de full day con algún operador, o una visita de ida y vuelta utilizando el servicio corriente desde Tarapoto. Las vistas del Huallaga ameritan la visita y la experiencia de selva en el pueblo es auténtica, no edulcorada como en tantos otros sitios. Además, los 4 atractivos que tiene hacen que sea un destino perfecto para una visita de medio día o full day, para disfrutar de la tranquilidad de un pueblo auténtico a un paso del cosmopolita Tarapoto.

Bogotá – Ciudad de Museos

Aprovechando las pocas horas disponibles que estuve en Bogotá, pude visitar cuatro museos. Visitas rápidas, de lego, el tiempo era corto y l...