domingo, 29 de noviembre de 2020

Huancavelica

Huancavelica es una fría ciudad del centro del Perú. Si bien se encuentra a menos de 3,700msnm, algo menos que Puno y Juliaca, siempre me ha parecido más alta y más fría. Es una ciudad que ha tenido un importante crecimiento reciente, aunque sigue siendo pequeña respecto a otras capitales departamentales.

Lamentablemente, como todas las ciudades peruanas, las áreas que puede decirse son interesantes y atractivas se reducen a las partes antiguas, en este caso coloniales o de los primeros tiempos de la república. Las construcciones “modernas” sólo nos demuestran que la modernidad llegó con la fealdad arquitectónica. Al menos así suele ser en casi todo el interior del país.

Históricamente Huancavelica ha sido la región más pobre del país, lamentable situación que felizmente ha sido superada. Sigue siendo una región pobre, con múltiples necesidades, pero a pulso otras la han superado en el podio de pobreza.

Lo interesante de la ciudad de Huancavelica se concentra en pocas cuadras alrededor de su Plaza de Armas, que es entrañable en su sencillez y la homogeneidad de su entorno (ojalá NUNCA cambie). Sobre ella destaca la catedral de la ciudad, que si bien no es muy grande tiene una singular belleza. Junto a ella, el Hotel Presidente, que fue el Hotel de Turistas de la ciudad, de los años en los que los hoteles eran elegantes y en armonía con su entorno.

Lo más interesante de la ciudad, además de su linda plaza, son las iglesias coloniales que hay cerca de la misma: Santa Ana, San Sebastián, San Francisco, Santo Domingo.  En el centro histórico sobreviven algunas construcciones interesantes, pero siendo una ciudad tan pequeña, una mañana o una tarde es suficiente para visitarla

El principal atractivo de la ciudad es la cercana mina de Santa Bárbara, sin embargo, siempre he viajado por trabajo y hasta ahora no he podido conocerla. Seguro alguna vez podré visitarla.

Creo que lo ideal para aprovechar el destino es un full day, que empiece en Huancayo, viajando hacia Huancavelica en el “Tren Macho”, si bien ahora no opera, espero pueda reiniciar actividades alguna vez. Cuando hice el recorrido fue una gran experiencia. Un viaje en el tiempo y, de hecho, haciendo una de las cosas que más me agrada, viajar en tren. Paisajes hermosos, estaciones ancladas en el tiempo, vagones de hace 50 o más años. Quizás para muchos sería una experiencia decadente, pero para mí fue un verdadero placer, incluyendo el retraso de más de dos horas en el itinerario y la subida de vendedores a lo largo de la ruta.

Pasar el resto del día caminando por Huancavelica (si se ha estado aclimatado a Huancayo, ya no es complicado), son sólo algunos metros más de altura. Al final del día, tomar un auto colectivo y volver a dormir a Huancayo. Si se desea dormir en Huancavelica, sin dudarlo, el Hotel Presidente, que, por cierto, tiene un excelente restaurante.

domingo, 8 de noviembre de 2020

Roosevelt Island


Cuando realicé las indagaciones previas al viaje a New York, encontré, en algunas webs de viajes (me encanta esta: https://www.anuevayork.com/guia-de-nueva-york-esencial/), que una de las visitas de costo cero, que resultaba “
ineludible” era Roosevelt Island. Solo se paga el teleférico, desde la estación de la calle 60 en Manhattan y se volvía por el mismo medio. En la pequeña isla, en medio del East Hudson, se podía caminar y apreciar hermosas vistas de Manhattan y de Hunters Point y Dutch Kills en el lado del Brooklyn.

Nuestra visita a la isla fue el primer día que estuvimos en New York. Caminamos desde nuestro hotel cerca la Grand Central Station hasta las inmediaciones del Central Park y desde allí fuimos hacia la estación del teleférico, que pudimos pagar con la tarjeta que compramos para el metro de NY. Desde usar el teleférico ya es toda una experiencia, junto al inmenso Queensboro Bridge, imponente a su lado. 

Por las restricciones de tiempo, en un viaje tan corto en una ciudad tan impresionante y con tanto que ver, dedicamos poco más de dos horas a la visita a Roosevelt Island. Sólo pudimos caminar por el lado sur de la misma, junto a las instalaciones del Cornell Tech, hasta el Franklin D. Roosevelt Four Freedoms State Park. En el camino apreciamos las ruinas del Smallpox Memorial Hospital.

La zona es sumamente bella para caminar. El clima, de una incipiente primavera, delicioso. Fresco, con un viento frío corriendo por nuestros rostros. Lo más sorprendente, la apabullante tranquilidad en la que nos encontrábamos. Hacia un lado, Manhattan, la ciudad que “nunca duerme” y hacia el otro Brooklyn; a ambos lados de la pequeña isla, decenas de embarcaciones subiendo o bajando por el río; sin embargo, sobre la isla, pareciera ser que estábamos en un lugar sin tiempo y sin prisas.

Cada tanto alguien trotando, algunas parejas andando a paso reposado y muy eventualmente un bus de transporte urbano circulando aburrido. Los árboles empezaban a colorear y el contraste entre lo bucólico de esta pequeña isla y lo apabullante y magnifico de las dos grandes islas que la rodean y a la vez protegen, era una escena de alguna película romántica.

Si uno desea tomarse un descanso del agitado día en Manhattan y lo que quiere es dedicarse un momento sólo a disfrutar las vistas que Nueva York propone, esta pequeña isla es el recodo soñado. Aunque nos tocó un día nublado y con muy poca luminosidad, igual las vistas son preciosas y vale absolutamente la experiencia.

domingo, 1 de noviembre de 2020

Yurimaguas, una ciudad de entrada a la selva baja

Después de casi un año volví a Yurimaguas y, por primera vez, pasé una noche en esta ciudad. Es una ciudad que recién he podido conocer en su real magnitud, las veces previas me concentré en el centro y las orillas del hermoso y poderoso río Huallaga.

Y, creo que, quien visita con fines turísticos la ciudad, no debe moverse mucho del centro y las orillas del río. Es lamentable decirlo, pero los niveles de pobreza en la periferia y barriadas son terribles, con muchos problemas, quizás siendo el más relevante la falta de agua. Pero, en hoteles y restaurantes uno no lo percibe.

Llegar a Yurimaguas desde Tarapoto es sencillo, hay autos colectivos que van y vienen y hacen el recorrido en poco más de 2 horas. Recomiendo NO comer antes de partir, pues el primer tramo, saliendo de Tarapoto es realmente enrevesado, con curvas infinitas.

No es mi idea resaltar los puntos negativos, sino los positivos y hay que reconocer que el centro de Yurimaguas y su colindancia con el río Huallaga la hacen una atractiva ciudad. La vida en la ciudad pareciera transcurrir alrededor del río, que es una importante vía para el transporte de pasajeros y mercancías. Desde la misma hay múltiples opciones para trasladarse en grandes y lentos barcos, lanchas rápidas o ultra rápidas a diversos pueblos y ciudades en los ríos Huallaga, Marañon y sus afluentes, incluso hasta Iquitos, ya en el Amazonas.

La vida alrededor de los muelles de transporte de carga y de pasajeros es interesante, siempre cargando o descargando. Con los letreros anunciando las salidas y los marineros retozando en los alrededores. Siempre que he ido me he sentido tranquilo y seguro, aunque quizás de noche ya no lo sea tanto.

La Plaza de Armas de Yurimaguas es pequeña y agradable, junto a ella una también pequeña pero coqueta iglesia y algunos edificios republicanos de buena arquitectura. Se los puede encontrar por las calles próximas y vale la pena recorrerlas. Otro interesante atractivo es el puerto y mercado de El Vado, que se encuentra algo lejos del centro, pero al que es muy fácil de llegar con una mototaxi, el medio de transporte “oficial” de la ciudad.

He comido muy rico en Yurimaguas, lástima que el local con las mejores vistas al río L’Nute haya cerrado, pero igual hay otras opciones. Esta última vez comí en Chillin’s y sí que vale la pena, el mejor tacaco con cecina y chorizo en mucho tiempo, además buenos cócteles con macerados de aguardiente. Para algunos, el Mil Sabores es el mejor restaurante de la ciudad y seguro no desentona.

Una agradable sorpresa, el Market Express un pequeño supermercado, con aire acondicionado, una bendición en tan calurosa ciudad, donde se puede disfrutar de una buena variedad de cervezas y muchos artículos de delicatesen que uno no esperaría encontrar en una ciudad tan pequeña.

Esta vez me hospedé en la Posada Cumpanama, una casa amplia, seguro de alguna familia adinerada, que ha sido habilitada como hospedaje. Excelente, habitación amplia, con aire acondicionado, cómoda, personal amable, valió la pena la estadía en la misma.



Bogotá – Ciudad de Museos

Aprovechando las pocas horas disponibles que estuve en Bogotá, pude visitar cuatro museos. Visitas rápidas, de lego, el tiempo era corto y l...