miércoles, 20 de mayo de 2020

Ciudad de México - Parte 2

Ciudad de México es interminable. Es imposible en una visita turística abarcar todos sus atractivos turísticos, que son muy diversos y para todo tipo de intereses turísticos. Por restricciones de tiempo en mis dos visitas a la ciudad, no he podido ir a las ruinas aztecas cercanas. Sin embargo, en los pocos días que he estado en el DF, he disfrutado mucho la estadía. Siento que me falta mucho por conocer y el DF siempre es un destino al que uno espera volver, sobre todo para visitar las ruinas aztecas cercanas.

En el DF he realizado las actividades básicas para un turista: he deambulado por el zócalo, he visitado el bosque y castillo de Chapultepec, he caminado por los barrios de Condesa, Polanco y Coyoacán, también por Reforma e Insurgentes. Incluso he llegado hasta Xochimilco. Y, por cierto, lo más importante para mi madre, he visitado la Basílica de Guadalupe. Si no hubiese ido, mejor no regresar por Perú. Mi familia me hubiese excomulgado por apóstata.

Vista Lateral del Zócalo del DF

He utilizado muy pocos taxis, salvo para salir y volver al aeropuerto y uno más en el muy largo viaje hacia Xochimilco. Casi todos mis desplazamientos fueron en Metro y, además, en el Turibus, cuyos 4 circuitos por la ciudad muestran lo mejor de ella. Definitivamente, con ambos medios de transporte no es necesario tomar un taxi para conocer la ciudad.

Detalles en la Catedral

Sólo en mi primer viaje al DF visité Xochimilco. Queda muy, pero muy lejos del zócalo del DF. Pregunté en el hotel cuando me costaría llegar en un taxi hasta allá y me dieron un monto que me pareció excesivo. Iba de trabajo así que los gastos estaban cubiertos, decidí ir, independientemente del costo. Salí del hotel, caminé una cuadra, llamé a un taxi y le pregunté cuando me costaría una carrera hasta allá. Me dijo “joven tienen suerte, voy para allá, deme (creo)100 pesos y lo llevo”. No recuerdo el monto exacto, hace ya muchos años de eso. Pero si recuerdo que era alrededor de 1/3 lo que me habían dicho en el hotel.

A pesar de todo lo que había leído sobre lo peligrosa que era la ciudad acepté. Subí y crucé los dedos. Era bastante más joven que ahora y notablemente más arriesgado. Fue una buena experiencia, fuimos conversando todo el camino. Me dio algunos tips para volver desde Xochimilco, tomar el tren ligero hasta Tasqueña y estando allí volver al centro. Conversar con un mexicano fue agradable. Hace ya muchos años de eso, pero me habló de la historia, de que hacer y visitar en la ciudad, que comer. Xochimilco me decepcionó. Una zona lacustre con balsas de colores. No era lo mío. Estando allí tomé un bote, hice el paseo de ley y volví.

Subí al tren ligero en la estación de Xochimilco. Pedí un mapa de la red de metro a quien me vendió los boletos. Decidí ir a Coyoacán. Era mi primera vez en un metro. Entender el mapa me costó. Tras varias estaciones en el tren ligero, llegué a Tasqueña, su estación final. Dejé el tren ligero y entré al metro. Fui hasta el zócalo, hice un enlace y volví hacia Coyoacan.

Este barrio es el símil del distrito de Barranco en Lima en el DF. Un barrio bohemio, encantador, de lindas casas, un gran parque central. Museos, algunas iglesias, bares, restaurantes. Fui feliz recorriéndolo sin rumbo. Entré al museo de Frida Kahlo, también la casa de Trotsky. Caminé mucho, cené, tomé unas cervezas, tomé el metro y volví al zócalo.

En el bar me di cuenta que había cometido un grave error en mi traslado. Desde Tasqueña pude haber avanzado una o dos estaciones y luego caminar al centro de Coyoacán. Pero, en mi impericia, subí al metro, avance no sé cuántas estaciones en una línea, hasta el zócalo, hice el cambio y retorné otras tantas, en otra línea, hasta Coyoacán. Perdí una hora, pero no fue grave. La segunda vez que visité Coyoacán, volví en metro. El museo de Frida Kalho cerrado. Pero igual, un destino imperdible. Desayuné en el Sanborns de Parque Centenario y disfruté una linda mañana de domingo en un coqueto barrio.

En metro también llegué a la Basílica de Guadalupe. No recuerdo el día que hice la visita, pero sí que partí del Zócalo y el metro me dejó a unas pocas cuadras de la misma. Tampoco recuerdo si hice enlace o si fue una línea directa. Pero no fue difícil llegar. Arquitectónicamente no es impresionante, pero emocionalmente sí que lo es. En mi familia materna todos son devotos de la Virgen de Guadalupe y compre recuerdos para todos. Si bien no soy una persona especialmente devota, no puedo negar que me sentí sobrecogido, por el lugar, pero sobre todo por la devoción tangible en el ambiente.

Me quedó corto en el espacio. Un último post me llevará al que es mi destino favorito en el DF.


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