domingo, 11 de octubre de 2020

Ica - Perú

Después de muchos meses retomé los viajes de trabajo. Mi primer destino fue Ica. Estando en la ciudad me di cuenta que el año pasado, en octubre, estuve allí, no recuerdo el motivo de la visita, supongo por trabajo, pero me resulta intrigante no recordar porque fui. Son los años que pasan y dejan sus secuelas.

Con los protocolos sanitarios resulta hasta desagradable viajar, pero ni modo, es la situación actual y seguro la tendremos por algunos meses más. El bus, tanto de ida como de vuelta, semivacío, lo que fue sorprendente. El hotel igual con muy pocas personas hospedadas.

Aproveché la primera mañana de mi estadía para visitar la Huacachina, el principal atractivo en la zona más próxima a la ciudad. Un bello destino al amanecer. Hace algunos años que no iba y me sorprendió lo vacío que se encontraba. Si bien era temprano, no había ningún turista en ella. Algunos iqueños y venezolanos caminantes, de los que encontré muchos en la ruta, y todo cerrado.

Aproveché otro momento libre para visitar el Santuario de Luren, ya reconstruido, es pequeño (respecto a otras iglesias del país), pero bonito. También se encontraba cerrado, pero ya estaba engalanado con los colores del Señor de los Milagros. Aproveché la visita para, en la calle Ayabaca, en bajada hacia el mall Plaza del Sol, comprar unas tejas de Doña Chofi, una de las productoras tradicionales de tejas de la ciudad. Atendiendo a puerta cerrada, fueron muy amables conmigo y salí disfrutando de tu gran sabor.


Si bien el tráfico era similar a cualquier otro día que recuerde en la ciudad, la diferencia principal era el uso de la mascarilla. Otra diferencia es que muchos de los restaurantes se encontraban cerrados, atendiendo a capacidad limitada o sólo para llevar o delivery. Almorcé dos veces en el Cordón y la Rosa, uno de los restaurantes más recomendados de la ciudad, una decepción total ambas. La primera vez por recordarlo mejor, la segunda por que no encontré otra opción. Si me llevé una muy grata sorpresa a la cena, pues lo hice en el restaurante Peñonetti, con un muy grato ambiente, servicio amable y un sabor de las pizzas notable, a un excelente precio.


Esta vez me hospedé en el Hotel La Flores, también una buena elección, servicio amable, excelente ubicación, habitación cómoda y confortable. Valió la pena.

Lo triste para mí fue conocer la otra parte de Ica, la zona de absoluta pobreza. Donde viven los beneficiarios del “pleno empleo iqueño”, aquellos que muy temprano salen hacia las grandes empresas agroindustriales de Villacurí y retornan al final del día. Una zona de pobreza lacerante que claramente muestra que algo malo hay en el modelo. Seguro sin ese empleo su situación económica y social sería aún peor, pero bueno, por el momento sigue siendo mala.

Espero pronto el turismo se reactive, es una oportunidad para todos. Aquellos que directamente se benefician con el mismo y en general toda la sociedad. Ver tanto restaurante cerrado o a media máquina, hoteles vacíos o cerrados, es triste y seguro un gran golpe para la economía y el empleo.

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