Una de las mejores formas de disfrutar Manhattan es tener una buena perspectiva de su skyline. Hay diversos lugares desde donde se puede tener vistas espectaculares de la majestuosidad de Manhattan. Dumbo, a las orillas del río Hudson, en el lado de Brooklyn, es una de las mejores opciones.
Llegar a Dumbo
nos resultó bastante sencillo. Desde el hotel, en el centro de Manhattan (una
mala decisión presupuestal, derecho de piso del aprendiz), tomamos el metro
hasta la estación Chambers. Creo que fue un tramo en una sola línea, sin
intercambio. De hecho, tras errores iniciales, por el temor que despierta la
complejidad de la red, pudimos transportarnos con suma facilidad usando el
metro de NYC.
En Chambers solo
bordeamos el City Hall Park, quizás imperdonable, pero el tiempo siempre faltará
en una ciudad como NYC, y es necesario volver y volver. Tras unos hot dogs,
empezamos a subir el Puente de Brooklyn, quizás el lugar donde sentimos más la
atracción global de la gran manzana. Caminando junto a nosotros había personas
seguro de casi todos los países y territorios del globo. Desde inmensos
nórdicos hasta negros subsaharianos. Desde latinos como nosotros, hasta
musulmanes de largas barbas, hindúes, orientales. Un verdadero encuentro de
razas y culturas, todos disfrutando de un icono de la ciudad.
Cruzar el puente
a pie es una experiencia fabulosa, creo que cualquier viajero lo debe hacer
alguna vez en la vida. Es revivir todo lo leído sobre NYC y rememorar escenas
de infinitas películas. Las vistas a Manhattan, Brooklyn y el mismo río Hudson
son impagables. Un sueño hecho realidad. Era una media mañana fría, con el
viento helado cortando nuestros rostros. Indescriptible sensación.
Al llegar a
Brooklyn, por nuestras terribles restricciones de tiempo, sólo habíamos
previsto caminar un poco por Dumbo y los parques que se encuentran entre los
puentes Brooklyn y Manhattan.
No tengo palabras
para describir la majestuosidad de las vistas, frente a nosotros el skyline de
Manhattan, a ambos lados los dos inmensos y hermosos puentes. Los parques son
lindos, pero lo valioso, trascendente, impresionante, son las vistas que
permiten tener. Deambular junto al río y luego entrar por el barrio es una
experiencia simplemente fascinante.
Quizás explorar
esa pequeña zona de Brooklyn requiera una mañana o una tarde. Pero teníamos tan
poco tiempo, que sólo dimos picotazos por sus callecitas repletas de edificios
de ladrillos descubiertos. Hermosos. Coquetos.
Por la hora,
decidimos almorzar en Dumbo. En alguna callecita, de las tantas llenas de
restaurantes y cafés, encontramos uno que nos llamó la atención. Decidimos
ingresar. Fue una experiencia notable. El sabor estuvo bueno ni dudarlo, los
precios altos. Pero lo más sorprendente y atractivo era el ambiente, desde los
mozos, hasta el público que llenaba el local.
Nos sentimos en
un set de filmación. En un local lleno de hípsters y todo tipo de representantes
de la fauna urbana. En un ambiente libre y sin prejuicios, nos sentimos parte del
mundo. A pesar de nuestros atuendos de turistas latinos, sin sofisticación, por
un instante fuimos parte de una sociedad rica y distinta.
Tras almorzar,
deambulamos unos momentos más por Dumbo. Ya en ruta hacia la estación York St,
donde abordamos el metro que nos llevó a Little Italy, un mundo distinto en tan
increíble ciudad.
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