martes, 10 de marzo de 2020

Pimentel, playa, muelle y tamales


Si bien Pimentel es un balneario casi de uso exclusivo de chiclayanos, eventualmente se puede ver turistas nacionales o extranjeros. Por alguna razón que desconozco, no tiene el arraigo turístico que tiene Huanchaco, para citar un destino similar. Aunque es cierto que no tiene la múltiple oferta gastronómica y hotelera de Huanchaco. En lo personal, me resulta Pimentel más atractivo, pero quizás mi opinión este condicionada por mi origen chiclayano.


En mi caso, siempre que pienso en Pimentel vienen a mi mente los tamales que allí venden. Quizás más de 30 años que los consumo con cierta frecuencia y cada vez que estoy en Chiclayo, trato de escaparme a Pimentel para comprar sus sabrosos tamales. No los venden en ninguna tienda, sino en una casa familiar, donde entiendo se mantiene su producción artesanal. La casa queda en la calle Lima 457, a unas dos cuadras de la Plaza Principal del pueblo. Son distintos a cualquier otro que haya probado. Soy tamalero por naturaleza, me encantan los chinchanos, los limeños, los de Supe, casi cualquiera que pruebe, pero con larga distancia estos son mis favoritos.



Desde Chiclayo llegar a Pimentel es muy sencillo. En taxi (de 12 a 15 soles), en auto colectivo (2.5 soles) o en las inefables “combis”. Es un trayecto corto, de unos 15 minutos. Los principales atractivos de Pimentel son sus playas y su muelle. Su Plaza Principal, es agradable, pero no destaca ni amerita una visita, salvo se pase por allí.


La playa esta organizada en 3 malecones, tomando como referencia el Muelle, el primer malecón hacia la izquierda y el segundo y tercer malecón hacia la derecha. El segundo y tercer malecón son la zona residencial más moderna, edificios de apartamentos, algunos restaurantes, pero nada espectacular. El primer malecón ha sido refaccionado y en día de semana (cuando hay muy poca gente) es bastante agradable. Se han sembrado palmeras que cuando crezcan creo le darán una gran belleza a este espacio.


Al final del primer malecón hay una zona de restaurantes a orillas de la playa, aunque han subido sus precios los últimos años (como toda la oferta gastronómica en Perú) tienen como principal ventaja el pescado fresco, extraído por pescadores que aún mantienen sus embarcaciones frente a ellos, a la orilla del mar.


Visitar el muelle es muy interesante. Ir avanzando por el mismo y sentir la vibración que el oleaje produce puede ser algo perturbador para quien no está habituado a algo así. Pero es una experiencia 100% segura. Al final del muelle hay un pequeño museo de sitio que permite apreciar su historia en una muestra fotográfica pequeña pero interesante sobre el muelle, el ferrocarril y la empresa que los construyó.


En los tramos finales del muelle se puede ver pescadores aficionados que desde el mismo se dedican a la pesca. El extremo final del muelle, junto al museo de sitio, esta “invadido” por pelicanos. Además, el muelle sigue siendo utilizado por embarcaciones mayores de pesca. Por momentos se puede ver el pescado siendo descargado y trasladado hacia la orilla. Es una experiencia de observación simple, pero interesante, más si uno no está costumbrado a actividades de este tipo.



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