jueves, 19 de marzo de 2020

Un domingo en Buenos Aires (parte 2)


Luego de visitar la Iglesia de San Ignacio de Loyola, caminé un par de cuadras por Bolívar, con interesantes edificios hacia ambos lados, hasta la Av. Belgrano, donde doble a la izquierda y entre por la calle Dorrego en ruta hacia la Plaza Dorrego. Sobre esta calle se desarrolla la feria dominical de San Telmo y estando un domingo en Buenos Aires, es imperdible.

Si bien llegué hasta mi destino, la Plaza Dorrego, no fui en línea recta, fui zigzagueando, entrando por las calles transversales, dando muchas vueltas. En línea recta, sino hubiera nada interesante, supongo unos 15 minutos serían suficientes para la caminata, pero con tanto que ver y hacer en la feria dominical, es imposible acelerar.



Artesanías, ropa, música, comida, souvenirs. La oferta es casi infinita. Si hace unos años los precios me parecían sumamente altos, por el tipo de cambio está vez me parecieron super accesibles. Compre polos para mis hijos, algunos souvenirs y baratijas que me resultaron interesantes. La Feria Dominical debe ser el punto de encuentro de la mayoría de turistas que visitan la ciudad. Había personas hablando distintos idiomas, algunos absolutamente incomprensibles, pero una absoluta mayoría de brasileros.



Luego de dar una vuelta por la Plaza Dorrego (donde principalmente se venden antigüedades y artículos muy pero muy caros) enrumbe hacia el Mercado de San Telmo, donde funciona una feria gastronómica con una oferta increíble de productos. Desde los tradicionales asados, o choripanes, hasta platos más sofisticados como paellas y diversos potajes en base a pescados y mariscos.


Lo más terrible fue tener que elegir que comer, fue sumamente difícil decidir, todo se veía sabroso. Los precios eran notablemente más bajos que en Perú y podía elegir cualquier cosa. Al final opté por una paella que estuvo divina. En el camino, en una de las esquinas de la feria peatonal había visto unos choripanes que me sedujeron, por lo tanto decidí completar mi almuerzo allí.

Saliendo del mercado volví a la Plaza Dorrego, subí por Humberto, visité la Iglesia de San Telmo (que no destaca, pero es interesante) y zigzagueando llegue a la Av. Colón, rodeada de monumentales edificios. Caminé hasta el Monumento al Trabajo que es muy bello y volví a la feria en la calle Dorrego. Comí el choripán que tenía pendiente y seguí deambulando por ella hasta la Plaza de Mayo.



Caminé al Monumento al Presidente Roca, luego subí por la calle Perú hasta la Av. Sáenz Peña (un presidente argentino también héroe peruano). Camine por ella, entre sus hermosos edificios hasta el Obelisco. Es indescriptible la belleza dominical de esta avenida, con el Obelisco en el horizonte y prácticamente nada de tráfico.

El Obelisco, en la monumental Av. 9 de Julio es una de las imágenes icónicas de la ciudad. Siguiendo por la diagonal Sáenz Peña, cruzando 9 de Julio hay un mirador que permite tener bellas vistas de este hermoso monumento. Los edificios circundantes son una muestra del esplendor de la Argentina de inicios del siglo XX. Realmente una imagen de postal.

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