lunes, 22 de junio de 2020

Evanston - Chicago

Cuando, en una conversación informal en la oficina, comenté que iría a Chicago, uno de mis colegas me indicó que, si tenía tiempo disponible, debía ir a Evanston, donde queda la Northwestern University, donde él había seguido unos cursos. Nos comentó que era un suburbio muy bello de la ciudad. Me dio las instrucciones para llegar, algo bastante simple, utilizando el excelente servicio de Metro de Chicago.


Llegamos a Chicago hacia medio día, poco después de la 1.30 estábamos ya en el hotel. Una línea del metro nos llevó desde el aeropuerto O’Hare al centro de la ciudad. Nos dejó en el loop, allí tomamos otra línea y 2 ó 3 estaciones luego, bajamos y caminamos al hotel, que estaba a pocas cuadras de allí. Nos registramos, nos duchamos y sobre la marcha salimos hacia Evanston. La ruta inversa. Salimos del hotel, fuimos a la Estación del Metro cercana, tomamos uno hacia el Loop y en este hicimos transbordo a la línea que nos llevaba a Evanston. Luego, me enteré que Metra también nos hubiera trasladado a Evanston, su estación se encuentra a pocos pasos del hotel donde nos quedamos. Ya habrá oportunidad de viajar en esos hermosos trenes de dos niveles.


A pesar de ser parte del infinito conurbano de Chicago, Evanston es un pueblo con un ambiente distinto. Muy poco tráfico, vida apacible, hermosas e inmensas residencias. Tras bajar en la Estación Davis, caminamos unas pocas cuadras por un hermoso pueblo americano. Encontramos donde almorzar (ya era bastante tarde). El restaurante acogedor, de comida árabe, precios muy buenos para un peruano. Tuvimos un sabroso almuerzo, con una amable atención, a pesar de nuestras limitaciones con el inglés.


Luego empezamos a caminar y nos dirigimos a la Northwestern University, cuyo campus es totalmente abierto, de libre acceso. Sin darnos cuenta ya estábamos dentro, disfrutando su fascinante arquitectura. Caminamos por acá y por allá, nos sentimos unos universitarios más.


La universidad tiene un área de residencias para sus docentes, inmensas y bellas casas, realmente debe ser un lugar perfecto para vivir. Además, se encuentra junto al lago Michigan, con preciosas vistas. Las áreas verdes son muy amplias. Fuimos a mediados de primavera y todo estaba empezando a reverdecer, dejando atrás el crudo invierno de la zona. Caminamos por la universidad, salimos (o no salimos, no lo sé) y seguimos caminando como yendo hacia el centro del que parecía muy lejano Chicago.


Finalmente, cuando empezaba a anochecer, decidimos tomar el metro de retorno. El viaje es de más de una hora hasta el centro de la ciudad y estábamos bastante cansados, pero felices todos. La belleza del pueblo nos trasladó a otra época, otro mundo. Abordamos el Metro de retorno en la estación Main. Casi vacío hasta Chicago, pues a esa hora el flujo de traslado es contrario, con gente saliendo de la ciudad luego del trabajo y retornando a sus hogares en los suburbios.



Debo reconocer que nos asustamos un poco en el Metro. Había algunos homeless sobre el mismo. Pero ninguno de ellos fue ni agresivo ni intento pedirnos nada. Pero igual, cómo no estábamos acostumbrados a una experiencia así, fue un poco chocante. Al llegar a Chicago, en el Loop hicimos el transbordo a la línea que nos llevaría al hotel, donde llegamos a dormir placenteramente.


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