Antes de
viajar a Chicago, en la página Tripadvisor y en otras fuentes en internet,
indagué sobre las actividades turísticas que debíamos realizar en la ciudad.
Una de las opciones muy recomendadas era un paseo en lancha por el río Chicago,
un tour que empieza y concluye en el Navy Pier. Había múltiples alternativas de
paseos en bote, de diverso tiempo y costo, en el río y en el lago. Diversos
paseos en el río, y desde paseos diurnos por el Lago Michigan, hasta cenas
románticas en el mismo, de todo un poco. Finalmente, por restricciones de
tiempo y presupuesto, escogimos la más barata, que era un paseo de poco más de
una hora en el Río Chicago.
Tras pasear
en la rueda de Chicago ubicada en el Navy Pier y almorzar en el patio de
comidas, fuimos al embarcadero y empezamos el tour. El mismo es simple, un ida
y vuelta por el río Chicago. Se “pierden”
algunos minutos en la exclusa en la que se eleva el bote para entrar al río. De
hecho, al río se le cambió el sentido. Antes desembocaba en el lago y ahora
fluye hacia el Misisipi. Una solución sanitaria que sirvió también para el
transporte de carga.
El
recorrido es corto, poco más de una hora. Los minutos que se gastan en la
exclusa son pocos y, de hecho, para quien no ha vivido una experiencia de ese
tipo, algo interesante. Saliendo del lago, los primeros metros del recorrido, se
discurre junto el Chicago RiverWalk, una zona de parques rivereños que van
desde el Lago Michigan hasta la altura de la Trump Tower de Chicago. Hay muchos
edificios interesantes en el camino, realmente maravillas de la arquitectura de
rascacielos. De diversas épocas y diferentes alturas, una delicia para quien
disfruta el turismo urbano.
Luego de
juntarse con el North Chicago River, el recorrido sigue hacia el sur, se pasa la
Torre Willis, de la que se tienen hermosas vistas y se llega hasta una zona
industrial y ferroviaria, para mí, también muy interesante. A esa altura el
bote da vuelta y empieza el retorno.
En el
camino hay muchos puentes levadizos, uno en cada calle que cruza el río. De ida
todos estaban abajo y, por lo que nos comentó la guía, es extraño que se
levanten. De regreso, tras pasar la confluencia del North Chicago, empezamos a
seguir un velero que si requería que los puentes levadizos se levanten. Algo
totalmente imprevisto, que fue una experiencia hasta increíble, ver los pesados
y antiguos puentes de hierro levantarse fue impagable.
Chicago es
una ciudad tan interesante que seguro volveré, al menos eso espero. Y estando
allá, pasear nuevamente por el río es algo que resulta para mi ineludible. Supongo
llegado el momento investigaré sobre tours y tomaré uno más largo.
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