Santa Cruz
de la Sierra es una ciudad que me sorprendió. Al llegar, en la madrugada de un martes
de carnaval, tuvimos una primera mala impresión. No había taxis en el
aeropuerto. Casi ni gente. Tras unos 20 minutos de espera, llegó un auto
destartalado (timón cambiado, por cierto) dejó unos pasajeros y lo tomamos
rumbo al hotel en el centro de la ciudad.
Tras un
recorrido inicial por una zona periurbana, con grandes tiendas de maquinaria
agrícola (lo más resaltante que vi), ingresamos a una ciudad moderna, pero
muerta. Mientras más nos acercábamos al hotel, más nos sorprendía ver todo
cerrado y muchas paredes y ventanas protegidas con plásticos o cartones.
El Hotel
Cortez, donde nos hospedamos las dos primeras noches, perfecto. Antiguo, pero
en excelentes condiciones, servicio amable, gran piscina, habitación
confortable. Descansamos un rato pues habíamos pasado toda la noche entre el aeropuerto
y el vuelo. Hacia la hora del almuerzo decidimos salir a caminar hacia el
centro. Como conociendo un poco, como buscando donde almorzar.
La
sensación fue la misma. Una ciudad que parecía en estado de guerra. Todo cerrado,
todo protegido con plástico o cartón. No entendíamos nada. Al salir de Lima no
había leído noticias sobre un conflicto social en Bolivia. Igual, casi nadie en
las calles. Finalmente encontramos un supermercado medio abierto, compramos
agua, jugos, gaseosas, algunos snacks y encontramos respuesta a nuestra inquietud:
era martes de carnaval, todos bailaban y pintaban paredes, por eso la
protección de los locales.
Ya sabiendo
que la situación era “normal”, seguimos caminando hacia el centro, el que se
encontraba cercado para evitar que los carnavaleros entren y lo pinten sin
respeto. Más antiguo y clásico que la ciudad moderna que habíamos visto, pero
muy bonito. Mención aparte para la Catedral Metropolitana, realmente hermosa.
La Plaza Principal 24 de setiembre también muy bella y llena de palomas, lo que
les encantó a mis hijos.
El clima,
perfecto. Cálido, pero no sofocante. La ciudad es atractiva, no como destino
turístico fundamental, pero si como un lugar para sentirse cómodo, disfrutar de
la piscina del hotel e involucrarse un poco en la vida de la ciudad. De hecho,
el Hotel Cortez fue perfecto. Luego, al retornar de Cochabamba, nos hospedamos
en Hotel Libertador Simón Bolívar, mucho más modesto, pero suficiente, pues ya
sólo estábamos de paso.
Comimos muy
bien en Santa Cruz. Recuerdo La Casa del Camba, un restaurante tradicional a
pocas cuadras de nuestro primer hotel. Comida típica sabrosa, a buen precio, en
un local amplio y agradable. En algún lugar del centro comimos en un Rodizio
brasilero, sencillo y económico, pero delicioso también. Visitamos buenos cafés
y tomamos algunas cervezas en uno de sus pubs del centro de la ciudad. Que
realmente nos resultó notablemente bueno. Notable el Ventura Mall, sorprendente
pues está a la altura de los mejores que conozco, no es que me encanten los
malls, pero siempre dan un reposo, la oportunidad de comer y comprar algo. Su
entorno lleno de restaurantes elegantes lo hace aún más interesante.
En general,
si bien claramente Santa Cruz no es un destino turístico, si es una hermosa
ciudad, donde se puede pasar unos días muy agradables. Supongo volveré, como
parte de una travesía que involucre algunos otros destinos.
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