jueves, 16 de abril de 2020

Pigeon Forge y Dollywood


En un reciente viaje a Estados Unidos, se me ocurrió visitar un parque de diversiones distinto a los de Orlando. Había previsto un viaje al sur de los EEUU que, además de Orlando, incluía una visita rápida a Savannah y Charleston, por tal motivo, empecé a explorar en internet alternativas cercanas a nuestra ruta. Descubrí que existía Dollywood en Pigeon Forge, Tennessee. Además, otro aliciente para visitar este parque temático (creado por la cantante de música country Dolly Parton) era que, desde Charleston, en Carolina del Sur, debíamos cruzar las Smoke Mountains para llegar al destino. Decidí hacer la ruta, que seguro describiré en otro post.

En "fila india" rumbo a Pigeon Forge
Tras un hermoso viaje de día completo, recorriendo bellos pueblos y hermosos paisajes, llegamos a Pigeon Forge. Desde el inicio fue obvio que el pueblo es un destino turístico, desarrollado alrededor de Dollywood. Pigeon Forge es un pueblo articulado “alrededor de la carretera”, hoteles, restaurantes, atracciones, todo se ubica alrededor de la carretera principal, en un recorrido de algunos kilómetros.

Locomotora de Vapor Dollywood
Nos hospedamos en el Arbors at Island Landing Hotel&Suites, un hotel con ya algunos años, amplio, con muchos estacionamientos (supongo tantos como habitaciones), algo indispensable en un destino al que creo todos llegan en auto. Una piscina de mediano tamaño al ingreso, una bonita y amplia área verde al fondo del hotel, junto al río que corre junto al pueblo, un espacio perfecto para un picnic o una parrilla, algo que vimos hacer a varias familias. Se ofrece un desayuno buffet básico pero suficiente. El precio que pagamos, reservando en Booking, me pareció muy justo.

La primera noche cenamos en el Feed your Face Pizza Place, un local antiguo y descuidado ubicado en un hotel colindante. Sin mucha expectativa, comimos muy rico, alitas y pizzas. Buen precio, gran sabor, servicio amable, aunque el local si muy descuidado. Caminamos un poco por el pueblo, disfrutamos algunas atracciones y volvimos al hotel para dormir.






El día siguiente fue el central de la visita, el día que iríamos a Dollywood. Tras desayunar en el hotel subimos al auto y fuimos al parque. Está ubicado en un entorno precioso, en ese momento (inicios del otoño), ya había algo de frío, pero todo seguía absolutamente verde. La especialidad del parque son las montañas rusas, aunque hay atractivos para todas las edades y gustos. A diferencia de los parques de Orlando, los tiempos de espera son cortos y uno puede disfrutar de casi la totalidad de las atracciones.

Nuestro “error” fue llegar y subir directamente a la Lightning Rod; una enorme pero aterradora montaña rusa. Habíamos subido antes a montañas rusas en Orlando, en ellas sentimos algo de miedo (o bastante miedo), pero cuando llegamos a la Lightning Rod no teníamos ni la más remota idea de lo aterradora que podría ser una montaña rusa de este tipo. Hoy, en perspectiva, fue una experiencia fascinante y con seguridad volveríamos a subir. Pero, tras pasear en esta montaña rusa, el resto del día evitamos las demás. Ahora me arrepiento, pero la experiencia fue impactante.


Siempre que había subido a una montaña rusa, lo usual es que la primera caída es la más aterradora y fuerte, eso es lo que todos esperábamos. En la Lightning Rod la primera caída es de susto, como cualquier otra que hayamos disfrutado antes o después; pero, luego viene algo peor, y luego otra curva peor, y así sigue y sigue, íbamos aterrados todos, con la adrenalina a mil por hora. Supongo la experiencia dura poco más de un minuto, pero lo sentimos como una eternidad.


Dollywood es lindo, con un entorno que en todo momento se puede apreciar (a diferencia de los parques de Orlando, donde en todo momento te sientes “dentro”. El ambiente en general es rústico y acogedor. Con un estilo de los EEUU de los años 50s o 60s. Las personas que encontramos eran mayoritariamente americanos (supongo de las cercanías) y éramos casi los únicos latinos en el parque. Los precios de la comida y las bebidas son buenos, no excesivamente caros, pero tampoco diría baratos.


Espero alguna vez volver, pues me sentí cómodo, en un ambiente campestre e informal. Al centro del parque hay un espacio para conciertos, en todo momento hay alguien cantado, música country o americana en general. Seguro cuando vuelva, ya preparado, me animo a subir a todas las montañas rusas del parque.

El último día en Pigeon Forge fue simple. Nos despertamos tarde para el desayuno del hotel y fuimos a desayunar al Hardee’s, local que habíamos visto el día anterior y nos pareció una buena opción. Desayuno perfecto. Antes de partir de Pigeon Forge visitamos una feria artesanal y a una tienda de souvenirs y productos naturales, la Old Mild Candy Kitchen, donde compramos productos deliciosos que nos acompañaron buen tiempo en casa, aunque, como siempre, nos quedamos con las ganas de seguir y seguir comprando.

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