Springfield, Illinois - la ciudad de Abraham Lincoln

Hace tres años visitamos Chicago. Encontré unos pasajes en oferta y se me ocurrió ir a esta ciudad que siempre me resultó muy interesante. En la planificación del viaje decidí realizar, desde Chicago, dos viajes cortos (full day) a Milwaukee y Springfield. En ambos casos, fuimos en tren, en la empresa Amtrak, lo que resulta perfecto pues se toma el tren en el centro de Chicago y se baja en el centro de ambos destinos.

En tren de Amtrak, camino a Springfield

La Union Station, la estación de donde partió el tren que nos llevó a Springfield, es una maravillosa obra de arquitectura. Impresionante por donde se le vea, elegante y funcional, la forma perfecta de empezar una excursión en tren. En una ciudad con tantos hermosos edificios, la Union Station con seguridad tiene un lugar ganado entre los más interesantes.

Desde el tren, en la ruta a Springfield

Desde Chicago, el tren sale muy, muy lento, lo que definitivamente permite apreciar muy bien los suburbios y las zonas cercanas. Al alejarse de Chicago se empieza a ir a una mucha mayor velocidad, pero igual se puede disfrutar de los bellos paisajes en la ruta. Hasta nuestro destino, unas tres horas, con varias paradas en ciudades intermedias, en todas ellas suben y bajan pasajeros, para quien llega de un país donde los trenes interurbanos se han perdido, toda una experiencia novedosa.

Museo Abraham Lincoln

En Springfield se desembarca en la Amtrak Station, ubicada a sólo dos cuadras del Antiguo Capitolio del Estado y de la Abraham Lincoln Library. Desde la estación del tren se puede recorrer la zona turística de la ciudad a pie, lo que simplifica todo el movimiento. Para mala suerte, llegamos en un día lluvioso y sumamente frío, lo que dificultaba un poco el desplazamiento. Además, visitamos Springfield un sábado, siendo la capital del estado, una ciudad con un muy alto porcentaje de empleo público, estaba prácticamente vacía.

Capitolio de Illinois

Por suerte llegamos a un brunch en el café Moxo, delicioso, pero que sólo atendía por la mañana ese día. Sabroso y contundente. Felizmente comimos bien pues por la tarde, luego de las visitas no encontramos un solo restaurante abierto.

Capitolio de Illinois

Tras el brunch, fuimos hacia el Capitolio y el Illinois State Museum, caminando por calles desoladas y en cierta medida abandonadas, con edificios de unos 100 años de antigüedad con un alto nivel de descuido. El Capitolio, un edificio bonito, pero, para mi gusto, el antiguo es mejor, pero también más pequeño y supongo por ello fue reemplazado. El Illinois State Museum, hacia un lado, es antiguo, está descuidado, con un olor a añejo y abandonado que nos decepcionó. Tiene muestras interesantes, pero el nivel de deterioro se hace palpable.

Springfield

Luego recogimos nuestros pasos y fuimos hacia el Abraham Lincoln Library, todo el recorrido caminando en lo que parecía una ciudad fantasma, para mi gusto perfecto. Al llegar, todo cambio. Decenas de autos, buses y cientos de personas que habían llegado para visitar el Museo. Definitivamente muy distinto al Museo de Illinois. Perfectamente bien conservado, con una muestra interesante y lleno absolutamente de turistas, principalmente del mismo estado o las cercanías. Muchos niños y adolescentes guiados por adultos voluntarios.

El "barrio" de Abraham Lincoln

Por lo que pudimos apreciar, la visita al Abraham Lincoln Library es muy importante para los americanos. Se sentía en el ambiente el respeto, la devoción, la admiración por quien fue uno de sus más admirables hombres. Siendo de otro país, sin la carga emocional, igual es interesante, pero seguro mucho mejor sintiendo como otros valoran tanto la experiencia.

El "barrio" de Abraham Lincoln

Al salir, caminamos hacia la Dana Thomas House, una de las residencias diseñadas por el arquitecto Frank Lloyd. La visita guiada a la casa es por horarios, pero felizmente llegamos casi al empezar uno de los tours. La casa es interesante, pero para mi gusto demasiado oscura, tiene espacios amplios y un diseño con mucha tabiquería en madera. Seguro un arquitecto valora mucho más la visita. Igual vale la pena la visita, pues los ojos se abren, ante una forma de vivir tan distinta a la que se está acostumbrado.

Springfield

Luego caminamos hacia la casa donde vivió Abraham Lincoln. Todo el entorno se ha mantenido tal como era en los tiempos en el que él vivió en Springfield. La casa en si es sencilla, lo que era de esperar teniendo en cuenta que tiene más de 170 años y no era de una familia acaudalada. La casa y su entorno, incluyendo el centro de interpretación que se encuentra al frente, son un viaje en el tiempo. Vale la pena visitar la casa y sus alrededores. Además, todo es gratuito.

Springfield

Al concluir nuestro tiempo de visita fuimos caminando hacia la estación de Amtrak. En el camino buscamos con ansía donde comer, pero todo estaba cerrado. Paseamos un momento por el parque que circunda el Old State Capitol, que me resultó especialmente bello. Coincidimos con una pareja de recién casados que, a pesar del clima adverso, tuvo su sesión de fotos. Luego fuimos a la estación a esperar el tren que nos devolvería a Chicago. En las máquinas expendedoras de la estación compramos algo con que llenar el estómago.

Iglesia de Springfield

Todo el día llovió, no continuamente, pero si por momentos. El viaje de retorno hacia Chicago no fue distinto, mientras más nos acercábamos a la ciudad, más torrencial era la lluvia. A unos 45 minutos de arribar a Chicago, un árbol cortó el camino y nos quedamos varados en el tren unas tres horas. Felizmente el tren tiene un salón cafetín, donde pudimos comprar sándwich, café y snacks para comer. Luego de más de dos horas de espera, el piloto del tren, un hombre muy amable, nos dijo que por la espera se nos daría snacks gratis, fue una muy agradable sorpresa y, por cierto, gracias Amtrak.