martes, 5 de mayo de 2020

Huamanga una indomable ciudad


He tenido la suerte de visitar Huamanga varias veces. La primera vez el año 2000, cuando aún se encontraba recuperándose de la tragedia del terrorismo. Luego he ido por trabajo unas 6 veces más y, en cada oportunidad, he encontrado la ciudad más dinámica y atractiva.

Plaza de Armas de Huamanga
La primera vez llegué a Huamanga, tras una hermosa odisea de 12 horas, que empezó en el pueblo de San Francisco en la selva del Vraem, un viaje que se inició poco después del amanecer y concluyó en Huamanga hacia las 6pm. Un día completo en una combi, partiendo desde la selva, ascendiendo a la puna y llegando al final al valle interandino donde se encuentran Huamanga y Huanta. Uno de los mejores viajes de mi vida, por la música andina ayacuchana en la combi, la diversidad de los paisajes, la comida simple pero sabrosa en las paradas.


Esa primera vez me hospedé en un hotel lúgubre, tétrico. Dejé las cosas y salí a buscar donde comer. Era poco después de las 7pm. En cualquier ciudad del Perú, hora punta para el consumo y empezar la noche con unas cervezas, pero ese año en Huamanga ya era el fin de la noche. Caminé muchas cuadras por calles oscuras, casi sin gente en ellas y cuando perdía las esperanzas de cenar, encontré un pequeño restaurante, atendiendo aún a medio cerrar, donde había dos mesas ocupadas y dos libres. Pregunté si había atención, primero me dijeron que no, luego que sí y que sólo había un plato que ya no recuerdo. Sin dudarlo lo acepté. Luego volví por calles desoladas al hotel. Al día siguiente, temprano por la mañana, tomé un vuelo a Lima. Éramos 3 pasajeros en el Boeing 737, con contaba al menos con 6 tripulantes.


Volví a Huamanga 8 años después. Fue un viaje muy distinto. Planifiqué con anticipación y me pude hospedar en el ex hotel de turistas, operado por la Derrama Magisterial. Las tarifas (en ese momento) eran tan económicas que pude tomar la Suite con vista a la Plaza de Armas. Nunca más he podido hospedarme en este hotel, que es precioso, pero cuyas tarifas se elevaron muy por encima de mi presupuesto.

La ciudad, ya en ese momento, había cambiado notablemente. Múltiples restaurantes y bares, más y mejores hoteles. Gente en las calles. Ese año creo aún una sola calle peatonal. Ahora son dos. Una múltiple oferta turística con agencias en varios lados. Desde entonces, cada vez que he vuelto me he sentido mejor en esta hermosa ciudad andina. Lo único que podría decir se ha deteriorado es el tráfico, que es una pesadilla por momentos.

Hotel Santa Rosa
Huamanga es conocida por sus iglesias. Es el principal destino de turismo interno durante Semana Santa. La ciudad cuenta con 33 iglesias, algunas enormes y monumentales, otras simples capillas. Nunca he ido de turista así que no he tenido la oportunidad de recorrer todos los templos de la ciudad, ni siquiera una parte mínima de ellos. En todos los viajes que he realizado sólo he podido visitar 3 Iglesias, la magnífica Catedral, una de las más bellas del país, el Templo de Santo Domingo y la Iglesia de la Compañía, ambas bellas, pero un peldaño por debajo de la catedral.

Casona Huamanguina
En Huamanga hay varias casonas coloniales, de amplios patios, donde funcionan bancos, la Universidad San Cristóbal de Huamanga, restaurantes, bares, centros culturales. Se puede deambular por la Plaza de Armas y su periferia e ingresar a las Casonas, la mayoría de ellas abiertas libremente al público. Hay algunos museos, que lamentablemente no he visitado.

Templo de Santo Domingo
Una actividad que siempre resulta agradable es comer o tomar algo en el Sukre o el ViaVia Café, ambos excelentes restaurantes, cafeterías y bares, que tienen una preciosa vista de la hermosa Plaza de Armas de Huamanga. Esta plaza es un lugar muy bello, seguro una de las 3 plazas más armoniosas del país, con un entorno que conjuga perfectamente con su estructura básica. Vale la pena disfrutarla desde la terraza de alguno de los restaurantes de su entorno o simplemente sentarse en alguna de sus bancas y disfrutar el transcurrir de la vida en la ciudad.

Hotel de Turistas
 En la Plaza de Armas empiezan dos calles peatonales, ambas rodeadas de muchos restaurantes, para todo bolsillo y gusto. Más interesante es la peatonal 28 de Julio, que termina en el Arco del Triunfo y continúa en una Alameda. La pequeña Plazoleta de la Merced entre el Jr. San Martín y 28 de Julio es muy bonita, junto a ella el Templo de la Merced, pequeño pero bello por fuera, si mal no recuerdo, en uno de los últimos viajes ingrese en medio de una restauración que no me permitió apreciarlo bien.


Las opciones para comer en Huamanga ahora son muchas, además del VíaVía y el Sukre hay diversas otras opciones, algunas con muy interesantes propuestas. Si uno quiere comer algo tradicional, recomiendo sin dudarlo el puca picante, un plato en base a papa y maní, usualmente acompañado de chicharrón de cerdo (alguna vez lo he comido acompañado de cuy) que es realmente sabroso.


Algo que me resulta ineludible cuando voy a Huamanga es comer su pan chapla con mantequilla. Recuerdo que en mi segunda visita lo probé en el Hotel Santa Rosa, consulté donde compraban ese pan delicioso y era justo en una panadería, en un pasaje frente a la puerta principal de ingreso al Hotel. En cualquier otro destino mi desayuno debe incluir huevos revueltos con tocino, en Huamanga no cambio el pan chapla con mantequilla por nada. De hecho, todo viaje a Huamanga concluye con una compra de pan chapla, el que sigo disfrutando en mi desayuno limeño por al menos un par de días más.

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